Debord, Guy - Textos Situacionistas - Critica de La Vida Cotidiana-Anagrama

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Textos situacionistas Critica de la vida cotidiana mM EDITORIAL ANAGRAMA Bdicién y traduccién: Eduardo Subirats Maqueta de ta coleccién. Argente y Mumbrit © EDITORIAL ANAGRAMA Calle de la Cruz, 44 Rareelana «17 Printed in Spain ISBN 84-339. 0355-1 Depésito Legal: B. 40470-1973 Cakricas Diamante, Zamora, 83 - Barcelone-5 EDUARDO SUBIRATS NOTA A LA EDICION ESPANOLA sta seleccién de textos situacionistas retine con tun criterio més bien formal una serie de artfculos que giran en tomo a la ctftica de la vida cotidiana. En ningiin caso, pues, pretende ofrecer una visi6n de conjunto de la LS., ni asumir un cardcter repte- sentativo. El hecho de que esta edicién no esté sus- tentada por un «proyecto situacionistan, y que seme- jante proyecto no haya legado a configurarse en el tertitotio ibérico constituyen razones de més para explicar qué es 0 ha sido 1a Internacional Situacio- nista, Pues, de hecho, desgejados de su contexto, la voluntad de hacer una teorfa y una praxis revolu- cionarias modernas, estos articulos adquieren un ca- rfeter que no tenian o, si se quiere, pierden una di- mensién o una aspiracién que les era esencial. El cuestionario incluido al principio de esta edicién ofrece, en este sentido, una perspectiva general so- bre Jos rasgos que definen la actividad y la organiza- cidn de la I'S. Su determinacién de «ser el grado més elevado de Ia conciencia revolucionaria intemacio- nal debe distinguitse particularmente. En un texto més reciente, Debord y Sanguinetti dicen a este res- pecto que «las “ideas situacionistas” no son mis Gue Jas primeras ideas del perfodo de reaparicién def movimiento revolucionario moderno».* Desde 1957, la activided situacionista se ha medi- do respecto de las nuevas formas de impugnacién, en particular de aquellas que surgieron en los sectores més avanzados del poder. Los diversos acentos que ha ido adquiriendo a lo largo de su histotia, Ja acti- vided experimental que alimentaba Ja construccién de situaciones, como fundamento de la critica situa- cionista del urbanismo y de la vida cotidiana, Ja crf- tica que se desprendié de la muerte del arte y del adétournement» de los instrumentos artisticos en el empleo de esa critica y, posteriormente, los anilisis de diferentes movimientos politicos o contestatarios, Ia ctitica de las izquierdas 0 su particular recepcién de Ia teotia de los consejos, todos estos elementos se han configurado con miras a esa teaparicién, a ese aletzte Gefecht», el tiltimo combate contra el viejo mundo. El centro de gravedad de Ja Internacional Situa- cionista ha sido esta lucha, Ofrecerle un apoyo allf donde surgiese, romper prdcticamente con los restos de una conciencia histérica pasada allf donde la ama- rraba, crear o recrear la teorfa de Ia revolucién mo- derma. En este sentido, nunca concibieron sus apor- taciones tedticas, «a revista», como una actividad ctitica 0 simplemente cientifica, sino como la elabo- racién de las nuevas armas revolucionatias. Su be- * La vépitable scission dans V'Tntermationale, Champ Li- bre, Paris, 1972, 8 nalidad de principios es el incumplimiento del pro- yecto histérico de la abolicién de la sociedad de cla- ses y Ia caducidad del pensamiento que ha animado sus formas hist6ricas anteriores. Instante decisivo que condena todas las viejas burocracias, con sus tenta- tivas de rehabilitacidn més o menos actualizadas, a los vertederos de la historia. Negativamente, el te- chazo de los fantasmas del pasado del movimiento obrero, de sus héroes y de su moral, abrié un nuevo horizonte: en él se insetté la afirmacién de un pen- sainiento y una sensibilidad nuevas pata las revolu- ciones de hoy. Recteat la teorfa revolucionaria. Si una parte de sus simpatias y el estilo con que se envuelven, nos hacen pensar en los primetos pen- sadotes socialistas, de Fourier al joven Marx, en Stir- ner 0 en los primeros anarquistas, es porque de al- guna manera puede determinarse un paralelismo con aquel contexto: se trataba de configurar o ctear un pensamiento para una época que anunciaba revolucio- nes nuevas. Por las mismas razones subyacen al pro- yecto situacionista de recrear un pensamiento sub- versivo los elementos latentes de una nueva concep- cién de Ja historia del movimiento obrero, La recreacién de la teorfa de Ia subversién mo- dena se abrié con un campo de expetimentacién, la cteacién de instantes vividos, de situaciones, en cuyo plano desarrollé una critica prictica a todos los ni- veles de la vida social, del lenguaje, del urbanismo, de le vida cotidiana o del orden jerarquizado en el interior de los grupos Iamados revolucionarios. Un terreno experimental que parte de una manera otigi- nal de Ia muette del arte, de una critica del arte que no se limita a revelar su carfcter mercantil y feti- 9 chista, ni a insertar la categoria histériea de «pro- Guecién artisticay en. una alternativa de politizacién Gel arte, sino que trata de convertir los instrumentos de una produecién artistica fetichizada en los medios Ge Ia transformacién de situaciones y de Ia vida co- tidiana como centro axial de la revolucién moderna. La critica del urbanismo reelizada por el grupo ale- min SPUR, que formé parte de la IS., constituye tuna bella ilustracién de las posibilidades que sugiere esta dimensién subversiva del arte. Pero Jo que distingue de una manera patticalar- mente clara esta adopcién del proyecto emancipador del arte es su insercién en una teoria «totalizadoran, fen una teoria dialéctica de la historia, 0, si se quiere emplear la terminologfa de Hegel, en un plan uni- versal de la histotia, Es la distancia que les separa de Ia critica radical del y por el arte del dadaismo, del surrealismo —hasta cierto punto—, del letrismo, de un Artaud o de Dubuffet, pot citar algunos mo- vimientos que se encuentran en el hotizonte tebrico de los situacionistas. Concrecién prictica de la teorfa revolucionatia moderna que cumple, segin esta concepcién, la su- peracidn de la filosofia y del arte, y mediacién de su realizacién histérica, la LS. en tanto que organiza- cién constituye la verdad de su critica y sus posicio- nes teéricas, De ahi su enigmético Mamamiento: 0 sois de los nuesttos, y de cuerpo entero, 0 estéis con nuestros enemigos, es decir Ja imposibilidad de acep- tar las «ideas situacionistas» sin adoptar con ellas su proyecto global. De ahf también sus ritos de iden- tificacin con las encarnaciones histéricas de la ra- zén: Jas Internacionales, con sus conferencias, sus 10 congresos, sus comités centrales, sus exclusiones y sus. persecuciones. Mencionar aqui Ia teotfa de Ia organizacién de Lu- kes no deja de mostrar un aspecto paradéjico de Ia teoria siruacionista, pues con él no sélo se adoptaba tno de los exponentes més brillantes del marxismo centrocuropeo del perfodo comprendido entre las dos guerras, Ia iltima manifestacién del marxismo tevo- Iucionario, sino también la expresién de hecho mas consecuente del Jeninismo, En otras palabras, los cri- ticos més radicales del partido que «decapité al pro- letariado para ponerse a su cabeza» —como se dice en la Miseria del medio estudiantil asumfan el principio que se encuentra en su base: la tepresen- tacién teérica del proletariado, la organizacién de su conciencia histérica. Sin entrar en Ia relacién dialéctica entre esta teorfa y la mediacién de su realizacién que configura los momentos organizativos de la I\S., su concepcién de Ja «organizacién unitarian, sf caben mencionarse dos modelos histéricos que de una forma u otra inter- vienen en su constituci6n. Uno procede del campo del arte, y sus caracteristicas més bien manifiestan un. orden Hibidinoso que una concepcién tedrica defini- da: el grupo de Breton, con sus expulsiones y sus ruptutas, sus aécarts absolus» y su incontaminabili- dad. El otro procede del marxismo revolucionario y no implica una nocién orgenizativa sino como ilti- ma consecuencis. Se trata del repliege de Ia teorfa tevolucionaria en Korsch a una actividad crftica que, concibiendo la praxis histérica como su momento constitutivo esencial, adquiria por eso un cardcter ejemplar y anticipador. 4 Es en el marco de este tipo de organizacién, ex- lusiva y anticipadora, donde se celebra la superacién de Ia filosofia y del arte, donde se cierran en circulo Jas posibilidades que sugerfa su critica radical que ha sido violenta y cteadora, y contintia vigente, cual- quiera que sea la posicién que se adopte frente a su sintesis otganizativa. CUESTIONARIO * Qué significa la palabra «situacionistay? Define una actividad que se propone Aacer las situaciones, y no reconocerlas como valor explicativo © de otro tipo. A todo nivel de Ia préctica social, de la historia individual. Nosotros sustituimos la pasividad existencial por Ia construcciéa de Jos mo- mentos de Ia vide y Ia duda, por Ia afitmacién Ié- dica, Hasta ahora, los filésofos y los artistas no han hecho més que interpretar las situaciones; de lo que se trata en adelante es de transformarlas. En la me- dida en que el hombre es el producto de Jas situa- ciones que atraviesa, lo importante es precisamente crear situaciones humanas. Y toda vez que el indivi- duo se define por su situacién, aspita al poder de creat situaciones dignas de su deseo. Es bajo esa perspectiva que debe fundirse y realizarse la poesia (la comunicacién como Ja consecucién de un lengua je en situacién), la apropiacién de Ia naturaleza, la pplena liberacién social. Nuestro tiempo reemplazaré Ja frontera fija de las situaciones limite que Ia fe- * Internationale Situationniste, n° 9, agosto de 1964. 13 nomenologia se complacta en describir con la crea: cién préctica de situaciones; desplazaré petmanen- temente esta frontera a lo largo del movimiento de la historia de nuestra realizacién. Queremos una fe- némeno-praxis. Y no dudamos que ella constituiré la banalidad primera del movimiento de liberacién posible en nuestro tiempo. ¢Qué debe ponerse en situacién? A diferentes niveles, puede que el pla- neta mismo, o la época (una civilizacién en el senti- do de Burckhardt, por ejemplo), o bien un momen- to de la vida individual. jAdelante, pues! Los valo- res de Ia cultura pasada, la esperanza de realizar la raz6n en la historia no tienen otra alternativa posi- ble. Todo lo demés se descompone. El término situa- cionista, en el sentido de la LS., es exactamente lo contrario de lo que en portugués se entiende pot ésituacionista», es decir el que se adapta a Ia situa- cién existente. 2. ¢La Internacional Situacionista es un movintien- to politico? La palabra «movimiento politicop encubre, en la actualidad, la actividad especializada de los jefes de grupos y partidos que extraen Ia fuerza opresiva de su poder futuro de la pasividad organizada de sus militantes. La IS. no quiere tener nada en comin con el poder jerarquizado, bajo cualquier forma que se presente. Por consiguiente, la IS, no es ni un movimiento politico ni una sociologia de la mixtifi- cacién politica. La IS. se propone ser el grado mds elevado de Ja conciencia revolucionaria intetnacional. Por esa razdn trata de esclazecer y coordenar los gestos de rechazo y los signos de creatividad que de- 4 finen los nuevos contornos del proletariado, la vo- Iuntad irreductible de emancipacién, Centrada en la espontaneidad de las masas, semejante actividad es in- contestablemente politica, a condiciéa de que se nie- gue esta calidad a los propios agitadores. A medida gue en el Japén (el ala extremista del movimiento Zengakuren), en ei Congo, etc., aparecen nuevas co- rrientes radicales, Ia 1S. les presta un apoyo criti- co, y por consiguiente se consagra a la tarea de ayu- darlos précticamente. Y contra todos los «programas transitorios» de Ja politica especializada, la 1.5. se remite a una revolucién permanente de la vida co- tidiana, 3. ela LS, es un movimiento artistico? Gran parte de la critica situacionista consagrada a Ta sociedad de consumo consiste en mostrar hasta qué punto los artistas contemporneos, al abandonar toda Ia riqueza de superacién contenida, si no ex: plotada, en el perfodo de 1910 a 1925, se conde- naton en su mayoria a hacer arte de la misma mane- ta que se hacen negocios. Desde entonces, los movi- mientos artisticos no han sido otra cosa que reper siones imaginarias de una explosién que nunca ha estallado, que amenazaba y sigue amenazando las estructuras de Ia sociedad. La conciencia de seme- jante abandono y de sus iimplicaciones contradictorias (el vacto y la voluntad de un retorno a la violencia inicial) convierte a la LS. en el tinico movimiento que, englobando Ia supervivencia del arte en el arte de vivir, puede responder al proyecto del attista auténtico, Somos artistas por el solo hecho de no serlo ya: nosotros vamos a realizar el arte. 4, ¢La 1S. constituye una manifestacion nibilista? La I'S. techaza el papel que se le quiere otorgar en el especticulo de la descomposicién, El més allé del nihilism pasa por la descomposicién del espec- téculo, y ésta es precisamente Ja tarea que Ia LS. pretende asumit. Todo lo que se elabora y constru- ye fuera de semejante perspectiva no tiene necesidad de la IS. para desmoronarse por si mismo. Y sin embargo, también es cierto que en todos los lugares de la sociedad de consumo, los terrenos descampa- dos del desmotonamiento esponténeo ofrecen a los nuevos valores un campo de experimentacién del que la 1S. no puede prescindir. Nosotros no podemos construir sino sobre Jas ruinas del espectéculo, Por Jo demés, la previsién perfectamente fundada de una destruccién total obliga a no construir jamés sino a la luz de Ia totalidad nistas son utd- eLas posiciones de los situac picas? La realidad supera Ja utopia, Entre Ia tiqueza de las posibilidades técnicas actuales y Ja pobreza de su utilizacién por todo tipo de diigentes, sdlo hace falta tender un puente imaginario, Nosotros quere- mos poner los instrumentos materiales a disposicién de la creatividad de todos, como ya intentan hacerlo Jas masas por todas partes en cl momento de la re- yolucién, Es un problema de coordinacién, o de téc- tica, como mejor se quiera. Todo lo que decimos es realizable, ya sea inmediatamente 0 a corto plazo, desde el instante en que comienzan a ponerse en préc- tica nuestros métodos de investigacién, de accién. 16 6. ¢Juzedis necesario lamaros ast, asituacionistas? En el orden existente donde las cosas ocupan el lugar del hombre, toda etiqueta resulta compromet dora. Sin embargo, la que hemos elegido lleva en sf misma su propia critica, aunque sea sumatia, en la medida en que se opone a la de «situacionismo> que Tos demés escogen por nosotros. Etiqueta, por otra parte, que desaparecerd en cuanto cada uno de noso- tos sea situacionista de cuerpo entero, y ya no pto- Tetario que Iucha por el fin del proletatiado, Pero de momento, por muy irrisoria que pueda ser, una cti« queta tiene el mérito de cortar entre Ia antigua in- coherencia y una exigencia nueva. Y esto eta preci samente lo que més necesitaba la intelligentsia desde hace algunos decenios. 7. ¢Cuél es la originalidad de los situacio tanto que grupo delimitado? Consideramos que existen tres importantes aspec tos que justifican la importancia que nos atribuimos en tanto que grupo organizado de tedricos y expe- rimentadores. En primer lugar, realizamos por meta vez una critica nueva y coherente de la socie- dad que se desarrolla actualmente, desde un punto de vista revolucionario; esta critica esté profunds- mente arraigada en la cultura y el arte de nuestro tiempo, y pnsee sus claves (evidentemente, este tra bajo no esté ni mucho menos acabado). En segundo Joger, practicamos Ja ruptura completa y definitiva con todos aquellos que nos obliguen a ello, y la practicamos en cadena, He agu{ un punto precioso en una época en que Jas diversas formas de resigna- cidn se imbrican y solidarizan sutilmente. En tetcer 7 ugar, inauguramos un nuevo estilo en las relaciones con nuestros «p: azamos absolutamen- te a los disefpulos. Sélo nos interesa la participacién a su nivel més elevado y dar tienda suelta en el mun- do a las personas autdnomas 8. ¢Por qué no se habla de la 1.S.? Se habla de ella con bastante frecuencia entre los detentadores especializados del pensamiento modern en licnefacci6n, pero es muy poco lo que se escribe sobre ella. En el sentido més general, se debe a que nosotros rechazamos el término «situacionismo», que serfa Ia tinica categoria susceptible de introducirnos en el espectéculo reinante, integréndonos bajo Ia fot- ma de doctrina coagulada contra nosotros mismos, bajo la forma de una ideologia en el sentido de Marx, Es normal que el espectéculo que rechazamos nos rechace también a nosotros, Con mayor facilidad se habla de los situacionistas en tanto que individuos, para intentar separarlos de la contestacién del con- junto, sin Ia cusl, por otra parte, dejarian de set individuos «interesantes», Se habla de los situacio- nistas desde el momento en que dejan de serlo (en diversos paises, las variedades rivales del «nashis. mo» * no cuentan con otra celebridad comtin que la de pretender fraudulentamente una relacién deter- minada con la IS.). Los perros guatdianes del es- pectéculo recogen sin decitlo fragmentos de la teorfa situacionista para volverla contra nosotros mismos. Alusién_a Nash, miembro de Ja IS., expulsado en 1962, que, junto con otros. situacionistas, colabotd en la Bauhaus sticca 18 Es normal que se inspiren en ella en su Iucha por a supervivencia del espectéculo. Necesitan, claro esté, ocultat las fuentes, es decir la coherencia de semejantes «ideas». ¥ no solo por vanidad de pla- giatio. Ademés, no pocos intelectuales indecisos no se atreven a hablar abiertamente, decir claramente lo que se rechaza, en contrapartida de lo que se ado} ta, Muchos creen, muy erréneamente, que fingir d momento ignorancia puede librarles més tarde de su responsabilidad. 9. ¢Cudl es vuestro apoyo al movimiento revolu- cionario? Desgraciadamente, brilla por su ausencia. Sf, la sociedad contiene contradicciones, y cambia. Ello po- sibilita y hace necesaria de forma constantemente nue- va una actividad revolucionaria que, en Ja actualidad, ya no existe 0 no existe todavia bajo la forma de un movimiento organizado. Por tanto, no se trata de . b) Para que pueda hablarse propiamente de met cancfa se precisa Ja existencia de una cantidad de objetos exactamente equiparables. La industria no se ocupa sino de objetos en serie, de objetos de fa- bricacién cada vez més numerosa. ©) La produccién capitalista se caractetiza por una propaganda del consumo popular que alcanz una importancia y un volumen increfbles, La publi- cidad de una produccién socialista sélo es Ia conse- cuencia légica de la publicidad de un consumo socia- lizado, La moneda es la mercaucfa plenamente sucializada qne indica la medida del valor comin a todo el mundo. La socislizacién constituye realmente un sistema fundado en el ahorro absoluto. Consideremos, en efecto, el objeto de uso. Ya hemos sefialado que el objeto de uso se convierte en una mercancia en el 30 momento en que se hace inmediatamente inttil, en que se rompe el vinculo causal entre el consumo y la produccién, Por si solo, un objeto de uso transfor- mado en ahorro, guardado en depésito, se convierte en mercancfa, y ello solamente en el caso en que existe cierta cantidad de objetos de uso en depésito. Ahora bien, este sistema de stocks, que constitu- ye Ja rafz misma de la mercancia, no se elimina por el socialismo; todo lo contrario, el sistema so- cialista esté basado en el depésito de toda produc- cidn, sin excepci6n, antes de su distribucién, con el fin de asegurar un control perfecto de esta distribu- cidn. Hasta ahora, nunca se ha analizado la acumulaci —el depésito 0 el ahorro— en la forma que le es propia, es decir la del recipiente, El depésito se efectia en funcién de la relacién existente entre el recipiente y el contenido. Hemos subrayado al prin- cipio que la sustancia que por lo comin se llama contenido no es otra cosa que el proceso; y bajo la forma del contenido, significa una materia en de- pésito, una fuerza latente. Sin embargo, nosotros siempre la hemos considerado a partir de su propia forma estable. La forma de un recipiente es una forma contraria a la forma de su contenido; su f cién consiste en impedir al contenido que entre en el proceso, a no ser bajo condiciones controladas y limitadas. La forma-recipiente es también algo muy diferen- te de la forma de la mo donde nunca existe otra cosa que la forma del contenido; aqui, uno de los términos se encuentra en contradiccién absoluta con el otro. Es solamente en el dominio 31 —— a biolégico donde el tecipiente se convierte en fun. cién elemental. Por as{ decirlo, toda la vida bioldgi- ca ha evolucionado oponiendo las formas-recipientes a las formas de Ia materia. Y el desatrollo técnico sigue el mismo camino; en fin, todos los sistemas de medida, de control cientifico, son relaciones que se establecen entre las formas objetivas y las formas: recipientes. Las formas-recipientes se establecen como contra- diccién de las formas medidas. La forma-recipiente cculta normalmente 1a forma del contenido y pose asimismo una tercera forma: la de la apariencia. Es tas tres formas nunca se distinguen claramente en Jas discusiones en torno a Ia forma. El dinero es la medida del tiempo en el espacio social... El dinero es el medio para imponer la mis ma velocidad en un espacio dado, que no es sino el de Ia sociedad. La invencidn de la moneda se en- cuentra en la base misma del socialismo «cientifico», y la destruccién de la moneda serd el fundamento de Ja superacién del mecanismo socialista, La moneda s la obra de arte transformada en cif comu nismo realizado seré la obra de arte transformada en totalidad de Ja vida cotidiana. ‘Alf donde se manifiesta (ya sea en el capitalismo, en el reformismo o en el poder llamado «comunista»), la burocracia aparece como la realizacién de Ja Gializacién contrarrevolucionaria en cierto modo co: min a los diversos sectores rivales del mundo actual, La burocracia es la formacecipiente de Ia sociedad ella bloquea el proceso, la revolucién, En nombre del control de la economfa, Ia burocracia economiza sin control —para sus propios fines, para la conserve. 32 cién de lo existente. Ella detenta todos los podetes excepto el poder de cambiar las cosas Y todo cam- bio se hace en primer lugar en contra suya El comunismo real serd el salto al reino de Ja li- bertad y de los valores, de la comunicacién. El va- Tor artistico, contrario al valor utilitario (que de or- dinario se denomina material), es el valor progresivo pot cuanto constituye Ia valoraciéa del hombre mis- mo a través de un proceso de provocacién, Desde Marx, la politica econémica ha mostrado sus impotencias y sus inversiones. Una hiperpolitica deberé tender a la realizacién directa del hombre. Asger Jorn 3. —enfriet ne £4 vib4 comms PERSPECTIVAS DE MODIFICACION CONSCIENTE DE LA VIDA COTIDIANA * Estudiar Ia vida cotidiana serfa una empresa pet- fectamente ridicula y, por lo demés, condenada des- de un principio a perder de vista su propio objeto, sino se propusiera explicitamente el estudio de la vida cotidiana con el fin de transformarla, La misma conferencia,.la exposicién de determi- nadas consideraciones intelectuales ante un audito- rio, en tanto que forma extremadamente banal de las relaciones humanas en un sector sobradamente am- plio de la sociedad, también concierne a critica de la vida cotidiana Los socidlogos, por ejemplo, tienden exagerada- mente a apartar de la vida cotidiana y atrojar a las esfetas sepatadas llamadas superiores todo lo que les contece a cada instante. Fs l héhita, camenzando pot el de manejar ciertos conceptos profesionales, + 15, ne 6, agp de 1961. Est expos fue presen ade di 7 de thyo de 1961 eh cinta sagoetetnice ante al EkSpo. de Investigaciones sobre a vidn “cotlana, teunie portL Lefeome en el Contre études sociogigues del ENRS 34 —producidos por la divisién del trabajo— que bajo todas sus formas enmascara asf 1a realidad tras con- venciones privilegiadas. Por consiguiente, es oportuno mostrar que si des- plazamos ligetamente las férmulas corrientes des- cubrimos aquf mismo la vida cotidiana. Claro esté que la difusi6n de estas palabras mediante un magneté- fono no trata precisamente de ilustrar la integracién de las técnicas a esta vida cotidiana marginal al mun- do técnico, sino de aprovechar la ocasién més sim- ple pata romper con las apariencias de Ia pseudo- colaboracién, del diglogo ficticio, que se institayen entre el conferenciante «de cuerpo presenter y sus espectadores, Esta ligera ruptura con un confort pue- de servir para decidir en el matco de la critica de la vida cotidiana (critica que de otto modo resultarfa completamente abstracta) esta misma conferencia, somo tantas otras disposiciones del empleo del tiem. po y de las cosas, que a fuerza de consideratlas «normales» ya no se disciemen; y que, fundamental- mente, nos condicionan. A propésito de un detalle semjante, como a propésito del conjunto mismo de Ta vida cotidiana, la modificacién constituye siem- pre la condicién necesaria y suficiente para hacer aparecer expetimentalmente el objeto de nuestro s- tudio, cuya ausencia lo convertiria en algo dudoso; ‘objeto al que no se trata tanto de estudiar, cuanto de modificar. Acabo de decit que Ja realidad de un conjunto ob- servable que se designarfa con el término de «vida cotidiana» corre el riesgo de seguir siendo hipotético para multitud de personas. En efecto, desde que se constituyé este grupo de investigacién, el rasgo més 35 destacable no es evidentemente que todavia no haya descubierto nada, sino que desde el primer momen- to se haya planteado la contestacién de la existencia misma de la vida cotidiana; y no haya dejado de profundizarse de sesiin en sesién, La mayoria de las intervenciones que hasta ahora se han podido esc char en esta discusién procedfan de personas nada convencidas de que la vida cotidiana existe, pues no Ja han hallado en ninguna parte. Un grupo de inves. tigacién sobre Ja vida cotidiana, animado con seme- jante espitita, es comparable en todos sus aspectos a un grupo que hubiese partido en busca del yeti y cuya investigacién podria desembocar perfectamen- te en Ia conclusién de que en realidad no se trataba més que de una bufonada folklética. Sin embargo, todo el mundo esté de acuerdo en que determinados gestos repetidos cada dfa, como abrir las puertas o lenar los vasos, son plenamente reales; pero estos gestos se encuentran en un nivel tan trivial de la realidad que con razén se pone en entredicho su posible interés para justificar una nuc- va especializacién de la investigacién sociolégica. Y cierto mimero de socislogos parecen poco inclinados a imaginar otros aspectos de la vida cotidiana a pat- tir de la definicién propuesta por Henti Lefebvre, es decir «lo que subsiste cuando a lo vivido se le han sustraide todas las actividades especializadas», Aqui descubrimos que la mayoria de los sociélogos —y ya sabemos lo bien que se sienten en sus actividades especializadas, justamente, y c6mo de ordinario les consagran una fe ciega— Ia mayorfa de los socislogos, digo, reconocen actividades especializadas por doquier, y la vida cotidiana en ningtin lugar. La vida cotidiana 36 se encuentra siempre en otra parte, entre los otr en todo caso, entre las clases no sociologistas de 1; blacién. Alguien ha dicho aguf que los obreros cons. tituitian un interesante objeto d j i ‘sante objeto de estudio, como si se tratata de cobayas probablemente inoculadas con ese vitus de la vida cotidiana, ceso a las actividades especializadas, tampoco pueden ce ‘otra cosa que Ja vida cotidiana. Esta maneta le abocarse al pueblo en busca de un lejano primi- ivismo de lo cotidiano, y sobre todo, esta complacen- cia declarada y sin rodeos, esta ingemua arrogancia de participar en una cultura cuya rotunda decaden: cia, su incapacidad radical de comprender el mundo que la produce nadie puede ocultar, todo esto no deja de ser sorprendente. Existe una voluntad manifesta de ampararse tras una formacién del pensamiento basada en Ia separa- cién de dominios parcelarios a: les, a fin de re chazar el concepto inutil, vulgar y enojoso de «vida cotidiana». Semejante concepto encubre un residuo 05, Y la po ues no teniendo ac- de Ta realidad catalogada y encasillada con el que al gunos no desean enfrentatse, pues constituye, a ver, el punto de vista de Ia totalided impticaria la necesidad de un juicio global, de una politica, Se di. fa que ciertos intelectuales se vanaglotian asf de una ilusoria participacién personal en el sector domin te de la sociedad, a través de su posesién de una o més especializaciones culturales; ello los sitia en ¢l primer plano, para darse cuenta acto seguido de que el conjunto de esta cultura dominante esté sensible. mente apolillads. Pero cualquiera que sea el juiclo ue se pronuncie respecto a la cohetencia de esta cul- tura 0 al interés de sus aspectos, la alienacién que ee « ella ha impuesto a Jos intelectuales en cuestién consis te en hacerles creer, desde el cielo de los sociélogos, que ellos se encuentran completamente fuera de esta vida cotidiana de cualquier pueblo, o situados en un lugar demasiado elevado en Ia escala de los poderes humanos, como si ellos mismos no fuetan igualmen- te pobres No cabe duda de que las actividades especializa das tienen una existencia; en una época dada inclu so adquieren un uso general que debe reconocerse siempre de una forma desmixtificada. La vida coti- diana no lo es todo. Ciertamente, existe una dsmosis entre ella y las actividades especializadas, y hasta el extremo que, desde determinado punto de vista, aun- ca nos encontramos fuera de Ia vida cotidiana. Peto si se recurte a Ia fécil imagen de una representacién espacial de las actividades, Ia vida cotidiana debe si tuatse, ademds, en el centro de todo. Cada proyecto en patte y cada tealizacién adquieten de nuevo en lla su verdadera significacién. La vida cotidiana es Ja medida de todas las cosas: del cumplimiento 0 més bien del incumplimiento de Jas relaciones hu- manas, del empleo del tiempo vivido, de la bisque da del arte, de la politica revolucionaria No basta con recordar que la especie de vieja imagen de Epinal cientifica del observador desintere- sado es falaz en todos los casos. Debe subrayarse que Ja observacién desintetesada todavia es menos facti- ble aqui que en cualquier otro lugar. ¥ la dificultad incluso de reconocer un terreno de la vida cotidiana no reside tinicamente en que éste constitviria el to de convergencia de una sociologia empitica y de tuna elaboraci6n conceptual, sino también en el hecho 38 de que en este mismo momento supondria Ia actus. Tizacién de toda renovacién revolucionaria de la cul- tara y Ia politica La vida cotidiana no eriticada implica en este mo- mento Ja prolongacién de las formas actuales, pro- fandamente degradadas, de la cultura y de la. poli tica, formas cuya crisis extremadamente avanzada, so bre todo en los paises més modemnos, se traduce en una despolitizacién y en un neo-analfabetismo gene- ralizados. Por el conttatio, la critica radical, actuan- do sobre la vida cotidiana dada puede condueir a una superacién de la cultura y de la politica en el sentido tradicional, es decir, a un nivel superior de interven- cidn en Ja vida. No obstante, se disé, ge6mo pueden existir perso- ‘nas que desprecian tan completa e inmediatamente esta vida cotidiana, que para mi constituye a tinica vida real, aun cuando esas personas no tienen, a pe- sar de todo, ningtin interés directo en hacerlo? 2Y. por qué, si muchas de ellas no son nada hostiles feualquier renovacién del movimiento revoluciona- tio? : Creo que ello se debe a que la vida cotidiana esté organizada dentro de Jos limites de una pobreza es- candalosa. Y, sobre todo, porque esta pobreza de Ia vida cotidiana no tiene nada de accidental: es una pobreza impuesta cn cada instante por Ia fuerza y Ia violencia de una sociedad dividida en clases; una po: breza histéricamente organizada de acuerdo con las necesidades de Ta historia de la explotacidn E] uso de la vida cotidiana, en el sentido de un consumo del tiempo vivido, esté condenado por el teino de la carencia: carencia de tiempo libre; y ca- 39 rencia de los posibles empleos de este tiempo libre. ‘Asi como la historia acelerada de nuestra época es la historia de Ia acumulacién, de 1a industrializa- ‘én, asi también el atraso de Ja vida cotidiana, su tendencia al inmovilismo, son los productos de las Jeyes e intereses que han presidido esa industrializa- fectivamente, la vida cotidiana presenta, basta nuestros dias, una resistencia a lo hist6rico. Ello pone en tela de juicio, en primer lugar, a lo bistorico mis mo, en tanto que herencia y proyecto de una socie- cién. E dad explotadora La extrema pobteza de la organizacién consciente, de la creatividad de las personas en la vida cotidiana, traduce Ja necesidad fundamental de Ja inconsciencia y de la mixtificacién en una sociedad explotadora, en una sociedad de la alienaciéa. En este punto, Henti Lefebvre ha aplicado por extensién el concepto del desarrollo desigual para ca- racterizar la vida cotidiana, desatada pero no desga- jada de la historicidad, como un sector atrasado, Creo que incluso puede calificarse este nivel de la vida co colonizado, A escala de la econo- mfa mundial se ha comprobado que el subdesartollo y Ja colonizacién son dos factores en mutua interac- wn, todo nos hace pensar que a nivel tidiana como sec cin, Pue: de Ja formacién a suceder lo mismo La vida cotidiana, mixtificada por todos los me- dios y controlada policialmente, es una especie de re- serva para los buenos salvajes que, sin sabetlo, hacen marchar Ja sociedad moderna al compés del xfpido acrecentamiento de sus poderes técnicos y de la ex: pansién forzada de su mercado, La historia —es de- némico-social, de la praxis, viene 40 ; 4 cir la transformacién de lo real— no puede utilizarse actualmente en Ia vida cotidiana toda vez que el hom bre de la vida cotidiana es el producto de una hist ria sobre Ia que no tiene ningin control. Evidente mente, es él mismo quien hace esta historia, pero no libremente. : La sociedad moderna est constituida por fra mentos especializados, poco més 0 menos que in- transmisibles, y la vida cotidiana, donde se corre ¢ riesgo de plantear todas Jas cuestiones de una mi nera unitaria, es por ello mismo el dominio de la ignorancia A través de su producciéa industrial, esta socie- dad ha usurpado todo sentido a los gestos del tra bajo. Y no existe modelo alguno de conducta huma na que haya conservado una verdadera actvalidad en Io cotidiano. Esta sociedad tiende atomizar las personas con- virtiéndolas en consumidores aislados, y @ impedir foda comunicacién. La vida cotidiana se convierte asi en vida privada, dominio de la separacién y del espectéculo, if __De este modo, la vida cotidiana se convierte tam- bién en a esfera de Ia dimisién de los especialistas Bs ahé donde, por ejemplo, uno de los pocos indivi. duos capaces de comprender la més reciente imagen clentifica del universo, se convierte en un estipido y pondera ampliamente las teorfas artisticas de Alain Robbe.Grillet, o bien manda peticiones al Presidente de Ia Repdblica con la pretensién de desviar su pol ! desviar su polf tica. Es la esfera del desarme, del reconocimiento de Ja incapacidad de vivir. z Por consiguiente, el subdesarrallo de la vid Fy tidiana no puede caracterizatse solamente respecto a su telativa incapacidad de integrar algunas técnicas. Este rasgo es un producto importante, pero todavia parcial, del conjunto de Ia alienscién cotidiana que podria definirse como la incapacidad de inventar una técnica de liberacién de Io cotidiano. Y¥ de hecho, existen muchas técnicas que modifican més o menos nftidamente ciertos aspectos de la vida cotidiana: las artes domésticas, como ya se ha dicho aquf, pero también el teléfono, la televisidn, Ia gra- bacién musical en discos de microsurco, los viajes aéreos popularizados, etc. Estos elementos intervie nen anérquicamente, al azar, sin que nadie haya pte- visto ni sus conexiones, ni sus consecuencias. Peto no cabe duda de que, en su conjunto, este movi miento, que introduce ciertas técnicas en el interior de Ja vida cotidiana, y enmarcado en sltima instan- cia por Ja racionalidad del capitalismo ‘moderno bu- roctatizado, adquiere més bien el sentido de una li- mitacién de la independencia y de Ia creatividad de las personas. Asi, las nuevas ciudades de nuestros dias perfilan claramente la tendencia totalitaria que catactetiza Ia organizaci6n de la vida por el capita lismo modemno: en ellas los individuos aislados (ais. lados generalmente en el marco de Ja célula familiar) contemplan cémo se reduce su vida a Ia puta tri- vialidad de lo repetitivo, cnfrentados a la absorcién. obligatoria de un especticulo igualmente repetitivo. Debemos creer, por consiguiente, que Ja censura que las personas ejercen sobre las cuestiones rela tivas a su propia vida cotidiana se explica por Ja conciencia de su insostenible misetia, y a su vez, por Ja sensacién, quizés inconfesada, peto inevitablemen- 42 te experimentada un dfa u otro, de que todas las posibilidades verdaderas, todos los deseos bloques- dos por el funcionamiento de la vida social, residfan precisamente en ella, y de ningtin modo en activida- des o distracciones especializadas, Es decir que el conocimiento de la riqueza profunda, de la energia abandonada en Ia vida cotidiana, es inseparable del conocimiento de la miseria que reina en Ia otgani- zacién dominante de esta vida: Gnicamente Ia existen cia perceptible de esta riqueza inexplotada nos lleva a definir por contraste Ja vida cotidiana como mise- ria y como prisi6a; por tanto, en un mismo movi- miento, nos lleva a negar el problema. En estas condiciones, enmascarar la cuestién po- Iitica que plantea la miseria de la vida cotidiana sig- nifica enmascarar Ta profundidad de las reivindica- ciones de la riqueza posible de esta vida; teivindi- caciones que no conducirian nada menos que a rein. ventat la revolucién. Se admitiré que eludir una po- Iitica a este nivel no es de ningiin modo contradic- torio con el hecho de militar en el Partido Socialista Unificado, por ejemplo, o de leer L’Humanité cando- rosamente. Efectivamente, todo depende del nivel en que se e plantear el siguiente problema: scémo se vive? gc6mo se satisface uno? ¢o no se satisface? Y é0 sin dejarse influenciar ni un solo instante pot los diversos anuncios que tratan de persuadinnos de que se puede ser feliz gracias a la existencia de Dios, del dentiftico Colgate o del CNRS. Considero que el término «critica de la vida cotidiana» también podria y deberia entenderse con Ia siguiente inversién: la critica que la vida cotidiana 43 ejercerd soberanamente a todo lo que le es meramente extetio 3 - EI problema del empleo de los medios téenicos tanto en la vida cotidiana como fuera de ella, no es més que un problema politico (y entre todos los medios técnicos utilizables, sdlo se han puesto en préctica aquellos que han sido auténticamente selec- cionados conforme al objetivo de conservar el domi- nio de una clase). Cuando se considera la hipétesis de ‘un futuro, tal como se Ia admite en Ja literatura de ciencia-ficcidn, donde las aventuras interestelares co- existirfan con una vida cotidiana conservada en esta tierta bajo la misma indigencia material y el mismo moralismo atcaico, quiere decirse con ello, exacta- mente, que seguiria existiendo una clase de dirigentes especializados manteniendo a su servicio a las masas proletaries de las f4bricas y oficinas; y que las aven- turas interestelares no serfan més que la empresa escogida por esos dirigentes, la mejor maneta que habrfan_hallado pa acrollar su economia isza- ional, 1a consumacién de la actividad especializada. Nos hemos preguntado: dla vida privada esté pri- yada de qué? Muy simple: de vida, la vida cruel- mente ausente. La gente est privada de comuni- cacién hasta los limites de lo posible; y de realiza- cién de s{ misma, Deberfa decirse; privada de hacer personalmente su propia historia, Las hipétesis que traten de responder positivamente a la cuestién sobre Ja naturaleza de la privacién no podrén enunciatse, por consiguiente, sino bajo la forma de proyectos de enriquecimiento; proyecto de otro estilo de vida; en fin, de un estilo... O bien, si se considera que la vida cotidiana se encuentra en los limites entre el 44 sectot dominado y el sector no dominado de la vida, es decir en el lugar de lo aleatorio, seré preciso legar a sustituir el presente ghetto por unos limites cons- tantemente méviles; trabajar permanentemente en la organizacién de posibilidades nuevas. La cuestién de Ja intensidad de lo vivido se plane tea actualmente, a propésito por ejemplo del uso de los estupefacientes, en los téminos en que la socie- dad de la alienacién es capaz de plantear cualquier cuestidn: quiero decir, en los términos del falso reco- nocimiento de un proyecto falsificado, en térininos de fijacion y de pettificacién. También conviene recal- car hasta qué punto la imagen del amor elaborada y difandida en esta sociedad se emparenta con la droga, En ella, la pasién se reconoce en primer lugar en tanto que rechazo de todas las demés pasiones, pero s6lo para trabarla posteriormente, hasta que pot fin ya no se reencuentre més que en las compensaciones del espectéculo reinante, La Rochefoucauld escribié «Lo que a menudo nos impide abandonarnos a un solo vicio es que tenemos varios». He aqui una cons- tatacién muy positiva si, descartando sus presupues- tos moralistas, Ia colocamos sobre sus. pies, como base de un programa de realizacién de las capacida- des humanas. Todos estos problemas estén a la orden del dfa en una época claramente dominada por la aparicién del proyecto —cuyo portador es la clase obrera— de abolir toda sociedad de clases y comenzar Ia historia humana; y dominada, como corolario, por la encar- nizada resistencia a este proyecto, pot los extravios y los fracasos de este proyecto que se han sucedido hasta nuestros dias 45 La ctisis actual de la vida cotidiana se inscribe en Jas nuevas formas de la crisis del capitalismo, formas que siguen desapercibidas pot quienes se obstinan en Galcalar en funciéa del vencimiento clésico de las préximas crisis cfclicas de la economia. TLa desaparicién de todos los antiguos valores de todas las referencias de la comunicacién anterior en el capitalismo desatrollado, y la imposibilidad de substituitlos por otros, cualesquiera que sean, sin conseguir previamente el dominio racional, tanto en Ja vida cotidiana como en cualquier otro lugar, de Jas nuevas fuerzas industriales que cada vez escapan més a nuestro control; estos hechos no sélo engen- dran Ia insatisfaccién casi oficial de nuestra época, insatisfacci6n particularmente agudizada en la juven- ‘ud, sino ademés el movimiento de sutonegacién del arte. La actividad artistica siempre ha sido Ia tinica que ha rendido cuentas de los problemas clandesti- nos de la vida cotidiana, pero de una manera velada, deformada, parcialmente ilusoria. Ante nuestros ojos existe ya el testimonio de una destruccién de toda la exptesién artistica: es el arte modero, Si consideramos en toda su extensidn Ja crisis de Jn sociedad contemporénea, no parece que el tiempo del ocio pueda considerarse todavia como una negs- cién de lo cotidiano. Se ha admitido aqui la nece- sidad de . La liberacién material es la condicién preliminar de Ia libetacién de Ia historia humana y no puede juzgarse més que en este sentido, La nocién del nivel minimo de desarrollo que debe alcanzarse en primer Tugar aqui o allé depende precisamente del proyecto de liberacién elegido, y por consiguiente de quién efectia Ia eleccién: las masas autSnomas 0 los espe- cialistas del poder. Quienes se adhieren a les ideas de semejante categoria de organizadores de lo indis- pensable podrén ser libetados de toda privacién de Jos objetos cuya produccién hayan elegido los organi- zadores en cuestién, pero no cabe duda de que munca podrén ser liberados de sus onganizadores mismos Las formas més modernas ¢ inesperadas de la jerat- 34 quia serén siempre el remake costoso del viejo mundo de Ia pasivided, de Ia impotencia, de la esclavitud, cualquiera que sea la fuerza material abstractamente posefda por la sociedad: lo contratio de la soberania de los hombres sobre su entotno y su historia. En Ia sociedad actual, la dominacién de Ia natura- Ieza se presenta como una alienacién que se agrava sin cesar, y como Ja tnica garantia ideolégica que justi- fica dicha alienacién social; y sin embargo, es objeto de una critica unilateral carente de dialéctica y de comprensiGn histérica suficiente por parte de ciertos grupos de vanguardia que en este momento se en- cuentran a medio camino entre Ia antigua concepcién degradada y mixtificada del movimiento obrero, que ya han superado, y la prdxima forma de contestacién, global que todavia tenemos ante a nosotros (a tftulo de ejemplo, ver las teorlas harto significativas de Gar. dan y otros, en Socialisme ou Barbarie). Con tazén se oponen estos grupos a la reificacién cada dia més perfecta del trabajo humano y de su corolario mo- derno, el consumo pasivo del ocio manipulado por Ja clase dominante, pero acaban alimentando de maneta més 0 menos inconsciente una especie de nostalgia por el trabajo bajo sus formas anteriores, por las rela- ciones realmente ), elegit con o sin arrepentimientos el embalaje y la corres- pondiente etiqueta de la sociedad establecida que dos inspiran, Los hombres alienados consiguen cada dia —asi se les ensefia y hace creer— nuevos éxitos con los que no saben qué hacer. Lo que no significa que estas etapas del desarrollo material sean interesantes © malas, Pueden reinvertirse en la vida teal, peto sélo junto @ todo lo restante, Las victorias actuales son asunto de vedettes especializadas. Gagarin mues- tra la postbilidad de supervivencia en el lejano es- pacio, bajo condiciones cada vez més desfavorables. 39 Y el conjunto de los esfuerzos médicos y bioqufmicos permite asimismo alarger Ia supervivencia en el tiem- po, Sin embargo, esta extensién estadistica de la supervivencia no implica Ja menor telacién con una mejota cualitativa de Ia vida : } Se amplia la supervivencia en el tiempo y ea el espacio, pero no se puede vivir més. No debemos fes teat, pues, semejantes victorias, sino cumplis la fiesta cuya infinita posibilidad en lo cotidiano desencade nan precisamente estos adelantos de los hombres Se trata de reencontrar la naturaleza en tanto que «adversario vélido». Es necesario que el juego que se hace contra ella sea apasionante, que los pun. tos de este juego nos conciernan directamente. El dominio (pasajero, mévil) de nuestro medio y de nuestro tiempo es, por ejemplo, la construccién de un momento de la vida. La expansién de Ja huma- nidad en el cosmos ¢s, ce sobre una polariza- cién inversa de 1a construccién (post-artistica) de ta vida individual —que permanece estrechamente It gada a este otto polo de lo posible—, el ejemplo de tina empresa en Ja que la actual pequetiez de las competiciones militares de especialistas y Ia gran deza objetiva del proyecto entran en conflicto. Por consiguiente, la aventura césmica se extenderé, se abrir a una participacin completamente diferente a la de las cobayas-especialistas, peto con mayor rapi- dez y emplitud, pues 1 desmoronamiento del reino avaro de los especialistas sobre todo el planeta abriré Jas vélvulas de una inmensa creatividad que lo abar- cari todo; cteatividad hoy tan coagulada como desco nocida, pero capaz de impulsar en progresién geomé- trica todos los problemas humanos, en lugar del ac- 60 tual etecimiento acumulativo reservado a un sector arbitrario de Ja produccién industrial. El viejo es- quema de la contradiccién entre fuerzas productivas y relaciones de produccién ya no debe entenderse como una condena automética y a corto plazo de la pro- duccién capitalista que se estancaria, volviéndose ir capaz de ptoseguir su desarrollo, Por el contrario, debe comprenderse como la condena (cuya ejecucién con las armas que se precisen esté todavia por in- tentarse) del desarrollo, a la vez mezquino y peli groso, tegido por la auto-regulacién de esta produc- cidn frente al grandioso desarrollo posible que se sus- tentaria sobre la presente estructuta econdmica, Todas Jas cuestiones abiertamente planteadas en Ia sociedad actual implican ya ciertas tespuestas. Jax més se plantean problemas que supongan otra cosa que ese tipo obligatorio de respuestas. Al percatar- nos de Ia evidencia de que la tradicién moderna con- siste precisamente en innovar, cerramos los ojos ante Ia otra evidencia de que tampoco se trata de innovat por todas partes. En una época en que la ideologla todavia podia creer en su papel, Saint Just decta que «todo lo que no es nuevo en un tiempo de innova. ciones, es pernicioso». Los numerosos sucesores de Dios que otganizan la actual sociédad del espectéculo saben perfectamente hasta dénde pueden plantearse Jas cuestiones. La languidez de Ja filosofia y de las artes se atiene igualmente a este limite, En su sector tevolucionario, el pensamiento y el arte modernos han reivindicado con mayor 0 menot precisién una praxis todavia ansente que constituitia el tettitorio minimo de su despliegue. Los demés no hacen sino adomar con encajes Jas cuestiones oficiales 0 la ociosa 61 cuestién del puto poner en cuestién (la especialidad de Arguments). Hay muchas estancias ideolégicas en Ia Casa del Sefior, es decir en la vieja sociedad, y si sus refe- rencias fijas se han perdido, su ley sigue intacta (pese a la inexistencia de Dios, nada se permite). En ella tienen derecho de ciudadania todos los modet- nismos que puedan servir para combatir lo moderno. La banda de charlatanes de Ja incretble revista Pla- néte, que tanto impresiona a los maestros de escuela, encarna una demagogia insdlita que se aprovecha de Ja gigantesca ausencia de una contestacién y de la imaginacién revolucionaria, por lo menos en sus m: nifestaciones intelectuales, desde hace casi medio si- glo (y se aprovecha también de los miltiples obs- téculos que se han puesto por todas partes @ su actual resurgimiento). Jugando a su vez con la evi- dencia de que la ciencia y la tecnologia avanzan cada vez més rdpidamente sin que se sepa hacia dénde, Planéte arenga a los valerosos para hacerles saber que en Io sucesivo habré que cambiatlo todo; y sic multéneamente, admite como dato inmutable el 99 % de Ia vida realmente vivida por nuestra época. De esta manera se puede aprovechar el vértigo de la novedad de feria para reintroducir imperturbablemen- te las inepcias retrégradas que tan mal se conserva- ban en los sectores més atrasados. Las drogas de la ideologia acabardn su historia en una apoteosis de groseria, de Ja que incluso Pauwels, pese a sus es fuerzos, carece de Ia menor idea. Las variedades actuales de la ideologia fluida en relacién al sélido sistema mitico del pasado— ad- quieren un papel mayor a medida que los dirigentes 62 fespecializados se ven precisados a planificar por mayor espacio de tiempo todos los aspectos de una produccidn y un consumo crecientes. El valor de uso, igualmente indispensable, pero que ya tendia a convertirse en algo puramente implicito desde el pre- dominio de una economia que producfa pata el mer- cado, ya es manipulado explicitamente (creado arti- ficialmente) por los planificadores del mercado mo- demo. El mérito de Jacques Ellul en su libro Propa- gandes (A. Colin, 1962), que describe la unidad de las diversas formas de condicionamiento, reside en mostrar que esta publicidad-propaganda no es una simple excrecencia patolégica susceptible de extirpa- cin, sino también el remedio de una sociedad glo- balmente enferma, un remedio que permite soportar el mal agravandolo. Si las personas son hasta tal grado cmplices de la propaganda, del espectdculo reinante, es porque no podrfan rechazarlo més que contestando. la sociedad entera. Y la tinica actividad importante del pensamiento actual debe girar en torno a esta cuestién de Ja reorganizacién de la fuerza te6- rica y de la fuerza material del movimiento de la contestacién. La alternativa no consiste tnicamente en una elec- cién entre la verdadera vida y la supervivencia que no tiene otra cosa que perder que sus cadenas mo- demnizadas. También se plantea del lado de la misma supervivencia con los problemas, agravados sin cesar, que los amos de Ja pura supervivencia no son capaces de resolver. Los riesgos del armamento atémico, de Ia superpoblacién planetaria y del ateaso actecentado en Ia miseria matetial de Ja gran mayoria de la huma- nidad, son motivos de una angustia oficial que se 63 manifiesta incluso en la gran ptensa. Ejemplo banal entre otros, en un reportaje sabre China (Le Monde, septiembre de 1962), Robert Guillain escribe ironfa acerca del problema de la superpoblacién: «Parece que los ditigentes chinos lo reconocen de ‘nuevo y quieren ocuparse de él. Ya aparecen, en este sentido, los indicios de un retorno a la idea del control de nacimientos, intentando en 1956 y aban- donado posteriormente en 1958, Se ha abierto una campafia nacional contra los matrimonios precoces y por el espaciamiento de los nacimientos en los nue- vos albergues», Semejantes oscilaciones de los espe- cialistas, inmediatamente seguidas por sus cortespon- dientes instrucciones imperativas, desenmascaran en- teramente la realidad del interés que se toman por Ia liberacién del pueblo, del mismo modo que las tur- baciones de conciencia y las conversiones de los prin- cipes del siglo xvr (cujus regio, ejus religio) desen- mascararon la naturaleza de su interés por el arsenal mitico del cristianismo. Y unas Ifneas més adelante, al mismo periodista afiade que «la URSS no presta su ayuda a China porque todas sus disponibilidades estin consagradas actualmente a una conquista ex- traordinariamente costosa, Ia del espacio». Para detes- minar la medida de estas «disponibilidades» exce- dentes de su trabajo o sus preferencias pot Ia Luna © por China, los obreros rusos han emitido tanto su voz como los campesinos chinos para elegit entte tener 0 no tener hijos. La epopeya de los dirigentes modernos respecto a la vida real que han tenido que tomar plenamente bajo su cargo, ha encontrado su mejor itaduecién en el ciclo de Ubu. La tinica mate- tia prima que todavia no ha experimentado nuestra 64 €poca experimental es la libertad del espititu y del comportamiento. _En los vastos drugstore de la ideologia del espec- téculo, de la planificacién y de la legitimizacién de &ta, los intelectuales especializados poseen su job y una aureola que deben sostener (quienes participan en Ja misma producci6n de la cultura, estrato que n0 debe confundirse con 1a masa actecentada de «traba. jadores intelectuales» que ve cémo sus condiciones de trabajo y de vida se aproximan cada vez mis mente al trabajo de los obreros y empleados, tal coino Gste se valora a s{ mismo segiin los principios de la industria moderna). Hay para todos los gustos, como ese Roberto Guiducci que muestra cufn comprensivo es al escril ir (en La difficile recherche d’une nouvelle politique, Arguments, tims. 25-26) que el retraso existente «nos deja escoger atin hoy entre la estupi- dez de vivir en las tuinas de instituciones muertas y la facultad de expresar solamente propuestas que to. davia son dificilmente realizables». ¢Qué va a Pro- Ponerse entonces? Se descubre que puede realizarse muy fécilmente. Una vez ha logrado sintetizar en una misma frase a Hegel y Engels, a Jdanov y Stalin, hos propone aceptar que «las tendencias que reconsi. deran la impaciencia roméntica del joven Marx, las atormentadas exégesis de Gramsci... estén igualmente rofdas por el tiempo...» He ahi pues un hombre con el aire de estar bien pettrechado y que no se imagina ni un solo instante que si realmente hubiera sabido leer a Hegel y Grams- i serfa fécil datse cuenta, Nosotros hubiéramos podido verlo claramente en su pasado y en su articulo, Pero Jo més probable es que haya pasado sus bellos afios ve. neta 3. —enfrrea me 14 vink commune nerando a Jdanov y a Togliatti. Un dia, al igual que Jos demés titeres de Arguments cualquiera que sea su partido comunista de origen, lo puso todo en cues- tin, Pero si todos no tenfan las manos sucias, todos tenfan el espititu engrasado. También él ha debido consagrar algunas semanas para teconsiderar el joven Marx. Pero después de todo, gsi fue capaz de com- prender a Marx, Jo mismo que comprender el tiempo en que vivimos, c6mo puede pretendetse que no haya comptendido seguidamente a Jdanov? Por fin, des- pués que él y otros reconsiderasen extensamente el pensamiento fevolucionario, este momento le parecia ya «roido por el tiempo. Sin embargo, ghabria sido ‘capaz de teconsiderar no importa qué hace diez afios? Es muy improbable. Por consiguiente, puede decirse que es un hombre que reconsidera las cosas més apti sa que 1a historia, por el hecho de no marchar nunca al paso de Ia histotia. Nadie tendré necesidad de re- considerar su ejemplar nulided Simulténeamente, un sector de Ia inteligencia ela- bora Ja nueva contestacién, comienza a pensar la critica real de nuestra época, esboza sus consiguientes actos. En el espectéculo que constituye su Fabrica, lucha contta las cadencias y la finalidad misma de la produccién, Ella ha forjado sus propias criticas y saboteadores, Reine al nuevo «lumpen> (del capita- lismo de consumo) que ante todo manifiesta el rechaz0 de los bienes que el trabajo presente puede adquirir. Empieza as( a rechazar las condiciones de competen- cia individuales, y por consiguiente el servilismo al que se atiene la intelligentsia creadota: el movimiento del arte moderno puede considerarse como una des- cualificacién permanente de Ia fuerza de trabajo in- 66 telectual por los cteadores (en cuanto que el conjunto de trabajadotes, en la medida en que aceptan la estrategia jerdrquica de la clase dirigente, pueden entrar en competencia por categorias). La tarea que va a cumplir actualmente la intelli- gentsia revolucionaria es inmensa desde el momento en que ésta se separe, sin compromiso alguno, del largo perfodo que se agota alli donde «el suefio de Ta rez6n dialéctica engendtaba los monstruos», El nuevo mundo que hace falta comprender es, a Ia vez el de los podetes materiales que se multiplican sin empleo y el de los actos espontineos de Ia contesta- cidn, que las personas viven sin perspectiva alguna. Frente al antiguo utopismo, en el que las teorfas tach das de arbitrariedad iban més alld de toda préctica posible (aunque no estérilmente), en el conjunto de Ja problemética de la modernidad existe ahora una multitud de précticas nuevas que buscan una teoria. No podsfa existir el «partido intelectual» que al- gunos suefian, pues Ja intelectualidad que pudiera Teconocetse en este sistema corporativo serfa justa- mente Ja reflexidn Mcita de los sefiores Guiducci, Mo- tin, Nadeau. Muchas gracias. La intelligentsia paten: tada en tanto que cuerpo separado y especializado —y si incluso vota a la izquierda, eso qué importa?—, satisfecha en tltimo anélisis, o incluso satisfecha de su mediocre insutisfaccién literaria, es, por el contra- tio, el sector social més esponténeamente anti-situa- cionista, A esa capa intelectual que se comporta como el piblico de los estrenos, que saborea representati- vamente el consumo que se ofseceré poco a poco a todos los trabajadores de los pafses desatrollados, debemos asqueatla de sus valores y de sus gustos (el 67 mobiliario Hamado modemo o las obras de Queneau). Su vergiienza serd un sentimiento revolucionario. ‘En la intelligentsia deben distinguirse Jas tenden- cias a la sumision y las tendencias al rechazo del em- pleo oftecido. Y ulteriormente, blandir la espada con Todas las fuerzas entre estas dos facciones a fin de que fu total oposicién alumbre la proximidad de la guerra social, La tendencia arribista que refleja fundamen- talmente la condicién de todo setvicio intelectual en tuna sociedad de clases, induce a esta capa, como ob- setva Harold Rosenberg en La tradicién de lo muevo, a disertar sobre su alienacién sin el menor acto de oposicidn, pues se le ha procurado una alienacién con- fortable. Sin embargo, en el momento en que la so- ciedad entera avanza este paso hacia el confort, y que este confort, en un tinico movimiento, se ins fecta todavia més de hastfo y de angustia, puede ex- tenderse la practica del sabotaje a Ja intelligentsia. Y ast, a partir del arte modemo —de Ja poesia—, de su superacién, de lo que el arte moderno ha bus- cado y prometido, a partir de la tabla rasa que, por ast decirlo, ha emprendido con los valores y las nor ‘mas del comportamiento cotidiano, vetemos teapate- cer ahora la teorfa revolucionatia que en la primera Tnitad del siglo 31x surgié de la filosofia (de la refle- xién ctftica sobre Ia filosoffa, de Ja crisis y de la muerte de la filosofia). Los valores vivientes de la cteacién intelectual y artistica son negados en la medida de Jo posible por él modo de existencia de Ia intelligentsia sumisa, que pretende adornar su posicién social mediante su pe- rentesco con Ia izquierda a través de esta creacidn de «valores». La intelligentsia asalatiada, que siente 68 esta contradiccién, intenta recuperarse com la exalte cia ambigua de lo que ha llamado la bohemia artis- tica. La bohemia es teconocida por los siervos de la reificacién como el momento del uso cualitativo de la vida cotidiana, excluido en todos los demés lugares; como el momento de tiqueza en la pobreza extre- a, etc, Pero en su versién oficial, el cuento de hadas debe tener un fin moralizante: este momento de lo cualitativo puro en la pobreza deberd pasar, desem- bocar, a la ariqueza» cortiente. Durante este tiempo, los artistas pobres habrén producido obras macstras no veloradas por el mercado, Pero se encuentran a salvo (se excusa su juego con Io cualitativo, e in. chuso se hace edificante) en la medida en que su itabajo, que hasta ese instante sélo era un subpto- ducto de su actividad real, pronto va a ser altamente valorado. Los hombres vivientes de la anti-reificacién han producido, sin embargo, sw propia dosis de mer- cancta. Ast, 1a burguesia aplica su darwinismo a la bohemia, aplaudiendo los valotes seleccionados que entran en su pataiso cuantitativo. Convertimos en un deber considerar como algo puremente accidental que en algunas ocasiones la misma persona haya tenido en sus manos el producto en su fase de creacién y en su etapa de mercancia rentable : La degradacién acelerada de la ideologfa cultural ha abiecto una ctisis permanente de esta valoracién intelectual y artistica cuyo desencadenamiento sefialé precisamenie el dadafsmo en el gran dia, Un doble movimiento muy patente catacteriza este fin de Ia cultura: por una parte, la difusién de falsas noveda- des que reaparecen autométicamente bajo una nueva envoltura mediante mecanismos espectaculares aut6- 69 nomos; por otra, el rechazo pilblico y el sabotaje llevados a cabo por individuos que manifiestamente se contaban entre los més dotados para la renovacién de una produccién cultural «de calidad»: Arthur Cra- van viene a ser el prototipo de estos hombres en los que se ha observado el paso a la zona mis radioactiva del desastre cultural, y que nunca han dejado tras sf ningén tipo de mercancfa 0 recuerdo, La conjuncién de estas dos influencias desmoralizantes no deja de condensat el malestar en Ia intelligentsia. ‘A partir del dadafsmo, y por mucho que la cultura dominante haya podido recuperar un tipo de arte dadafsta, ya no resulta tan evidente que la rebe lidn artistica sea siempre recuperable en obras consu- mibles por le prdxima generaci6n, Y asi, coexisten tuna imitacién del estilo postdadafsta presto a produ cir en la actualidad cualquier objeto cultural vendible mediante el artibismo més fécil en el espectéculo, con la aparicién en diversos paises del capitalismo desattollado de los micleos de una bohemia no artis tica que, agrupada en tomo a la nocién del fin o de la ausencia del arte, ya no pone explicitamente sus miras en una produccién artistica cualquiera, La in- satisfaccidn no puede sino radicalizarse en ellos con el progreso de la tesis segiin la cual

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