HIS®@RIA
registra la memoria nacional
Deeb ek cea eae eae
Raa esi
LAPRIMERA SUFRAGISTA
NICARAGUA
Va ey iEl rostro, Ia corpulencia y las
debilidades gastronémicas del coronel
‘Artemio Gramajo constitulan una
inmejorable materia prima para la
‘pluma de los caricaturistas. Ast lo vio
‘Cao. Una estrofaal ple define a
Gramajo como aglotén de mucho
aguante». (Gentileza de Graciela
Pastor y Montes)
G Topo es HisToRIA
‘guna vez habria que escribir
un ensayo sobre la politica y
a amistad. Porque la palabra
«amigo» se usa mucho en el
lenguaje politico pero enesa dimension,
significa poco. En el radicalismo, por
‘caso, suelen llamarse «amigos» aquic-
rnesno son otra cosa que «puntos»: «Fu-
Jano tiene cincuenta amigos en la Cuar-
ta...»;«Mengano tiene ochenta amigos
en la Dieciocho...».
No son amigos, claro: constituyen,
simplemente, el caudal electoral de un
irigente. Por otra parte, ningiin campo
parece més proclive para la ruptura de
amistades. Las hubo famosas, como la
de Roca y Pellegrini, la de Yrigoyen y
‘Alvear, la de Uriburu y De la Torre, ia
deBalbin yFrondizi,lade Pern y Mer-
cante: todas, en algdn momento, que-
daron destrozadas porque las exigen-
cias politicas superaron los afectos de
la vinculacién amistosa. Y esté bien
que sea asf: frente a la significacion de
Tas cosas que involucra la politica —el
poder, el Estado, Ia concepcién de un
pais, ctc.—, la amistad es solo una
anécdota. ¥ en la politica pequefia, esa
mezquina modalidad que forma parte
inevitable de Ja grande, mucho menos
tuna relacién de amistad puede superar
Japrueba de los intereses y lasambicio-
nes en juego.
Sinembargo, el politico, comocual-
uier ser humano, necesita el reposo de
la amistad, Precisa hombres o mujeres
que lo entiendan, Io estimulen, lo con-
fortenen sus cafdas, lo provean de bue-
nos criterios, sea confidente de sus sue-
fos —y también de sus pecados—. Tal
vvez.el politico requiera de amigos ver-
daderos mas que ningtin otro profesio-
nal, porgne su oficio esté hecho de am-
bigiedades, gambetas y representacio-
nes, y en algtin momento necesita de-
sesperadamente alguien frente al cual
pueda sacarse lacareta, cancelar el ade-
mén histriGnico, dejar las frases he-
cchas, abdicar del disimulo y finalmen-
te ser tal cual es, auténticamente,
Pero, qué pocos amigos tieneel po- |
Iitico! Por de pronto, debe encontrarios |
enterritoriosajenosalapolitica, puessi |
clamigoesté metidoenellaes, dealgin |
‘modo, un interesado 0 un competidor. |
Debe ser leal: de otra manera la con- |
|
Julio A. Roca conocié a Gramajo en
Tucumén en 1869. La afinidad
provinciana, el gusto compartide por
Ja buena mesa, y la proximidad
‘generacional contribuyeron a forjar
tun vineulo amistoso que duré casi
medio siglo.
| fianzase dilapida, Tener una capacidad
de comprensién en sintonfa con la del
politico. No ser absolutamente igno-
rante de lostemas que manejasu confi-
dente. Y, por sobre todo, el amigo del
politico debe ser discreto, discretisimo:
debe ser un hombre que jamés escribi-
4 sus memorias...
Es muy dificil para el politico en-
ccontrar a el amigo. Algunos tuvieron
sa suerte. Uno de ellos fue el general
Julio Argentino Roca. Su amigo se la-
mé Artemio Gramajo.
«Alcancé a traer la cabecita.
| Seguin Mariano de Vedia, secretario
de Roca durante muchos afios, Grama-
| jo y el general se conocieron en Tucu-
| mén en 1869, cuando el futuro presi-
dente, entonces comandante, se hizo
cargo delRegimiento Batalln) nime-
10 7 de Infanterfa. Gramajo era por en-
tonces un oficial subalterno, Siempre a
estar a la crénica de De Vedia—segu-
ramente transmitida por el propio Ro-
el joven comandante debfa cum-
pliranna:comisién. Ordend:2:Algunos
solids quessecaprestaranry tambigé
indic6 a Gramajo que viniera. Pero su-
ccedfa que Gramajo andaba atareado
frentea un magnifico lechén que se es-
taba asando, y no evidenciaba mucho
puro por montar a caballo. Roca, en-
tonces, apuré el trimite de manera que
cel grupo tuvo que abandonar el manjar
y salir a cumpiir la comisiGn. Ya de re-
{greso,clcomandanteRoca,nosinalgu-
nna malignidad, le dijo a su subaltero:
«Ahora s{ que nos vendria bien el le-
cchén». Y Gramajo musité entonces las
palabras que sellarfan para siempre la
relacién con sujefe: «Alcancé a traer la
ccabecita...». ;Ahf estaba retratado Ar-
temio Gramajo! Fiel cumplidor de tas
‘6rdenes de su superior, no habia vacila-
‘doen abandonar el deseado lechén. Pe-
10, previsor, en el apuro encontré tiem-
po para cargar con la cabeza, la parte
més sabrosa del animal, para paladear-
Ja durante el regreso.... Glot6n de le-
yenda, administrador que no permitia
el despilfarro, Gramajo se pintaba en
este episodio de cuerpo entero. Y Roca, |
hombre de buen ojo para calibrar ala
gente, sin duda interpret6 la actitud de
Gramajo en su entera dimensién, a pe-
sar de su trivialidad. Desde entonces,
‘Artemio Gramajo fue suamigo, sucon-
fidente, su alter ego, su sombra, el per-
| ‘sonaje asociado a su propia persona en |
Ja buena y la mala fortuna durante casi
medio siglo: hasta la muerte.
ara ser prolijos deberiamos decir
que tiempo después de la desaparicién
deGramajo, el periodista Cayetano Car-
bonel! publics en la Revista Tusirada
del Rio de la Plata una versién distin-
tadel episodio. Seguin Carbonell, Roca
yy Gramajo estaban a punto de ser cap-
turados por las fuerzas revolucionarias
4de Simon Luengo, en Cérdoba. Alcan-
| zaron.aescapar dejandoun lechénen el
| asador. Cuando Hlegaron a una posta
donde se encontrarian seguros, estaban
hambrientos y no habfa nada para co-
‘mer, Fue entonces cuando Gramajo ha-
‘ria sacado de la alforjalacabeza del le- |
chén. Acotemos que la noticia de Car- |
Dbonell no es muy crefble porque nunca
estuvo Roca en peligro de ser detenido
por Luer cronolégicamente im-
posible. Pero sirva la mencién de esta
versi6n para mostrar que la anécdotade
Jacabecita fue tan conacida en su épo-
ca, que hasta se la deformé y adorné |
imaginativamente, |
Ei militar
Gramajo era dos afios mayor que su
amigo. Habfa nacido el 6 de junio de
1841 en Buenos Aires (no en Santiago
del Estero, como suele repetirse) y era
hijo del santiaguetio Gregorio Grama-
jo. Segsin la tradicién que conservan
sus niefos, los hermanos Enrique y Ho-
racio Figueras, don Gregoriohabria ba-
jado a Buenos Aires con una misién de
Felipe Ibarra, el caudillo eterno de su
provincia. Don Gregorio cumpli6 0 no
sucometidoante Rosas, peroademés se
‘enamor6 de Carmen Reinoso, portefia,
de familias santiaguefias. Cas6 con ella
¥ sus hijos fueron dos: nuestro Artemio
yuna mujer, Aurora, que murié solter,
‘muy anciana, después de haber acom-
ppafiado a su hermano muchos affos.
Don Gregorio y sus hijos vivieron
cen Buenos Aires hasta después de Ca-
seros. El cambio politico de 1852 favo-
recfa poco aquienes se habfan manteni-
do fieles a la causa federal, como eracl
caso de Gregorio Gramajo, asf es que
ste y sus hijos se trastadaron a Santia-
g0 del Estero, probablemente al pueblo
de Loreto. Don Gregorio murié poco
después y entonces Artemio regresé a
Buenos Aires. Tenia por entonces algo
més de quince afios y resolvi6 engan-
ccharse como soldado raso. Como habia
hecho estudios primarios y se desem-
Topo ks Histor 7Gramajo, perpetuo edecén,
confidente y amigo de Roca,
{fue un personaje pintoresco.
‘Luna lo pinta como
corpulento, sin legar a la
‘obesidad, mofletudo, de
‘puntiagudos mostachos, y
‘erizada barba. (Gentileza de
Graciela Pastor y Montes)
ppeflaba pasablemente bien como pen-
Lidblistspreomiciveascendidancaba.En,
algén momento, un conocido dé su fa |
‘milia materna, que era militar, le brin-
d6laoportunidad de ingresar alacarre-
ra de oficial mediante un examen 0
prueba de capacidad. Y asi fue como
‘Artemio Gramajo empez6 su carrera,
en la que llegé a coronel; pudo ser ge-
neral, pero es tradicién que cuando se
trat6 su ascenso, el entonces ministro
de Guerra, Ricchieri, se opuso porque
Gramajono habfa egresado del Colegio
Militar, a pesar de reconocerle méritos
de sobra. Pero esto, naturalmente, ocu-
rrié muchos afios mds tarde y no empa-
fi6 (digdmoslo de paso) la buena rela-
cidn que Gramajo y Ricchieri siempre
mantuvieron.
La foja de servicios que obra en el
archivo del Ejército Argentino acredita
su alta como ayudante, en junio de
1865, siendo ascendido a ayudante ma-
yor en octubre del mismo afio, con des-
tino en Buenos Aires. Al afio siguiente
es promovido a capitén, permanecien-
do en Buenos Aires durante tres afios.
En dos ocasiones concurrié al frente |
paraguayo; una vez, levando dinero
‘para pagar ala tropa, laotra conducien-
do por via fluvial una tropilla de caba-
Mos. Fuera de estas apariciones, no par-
ticip6 en la guerra de la Triple Alianza
y, por consiguiente, es dificil que haya |
‘conocido a Roca en esa circunstancia.
En enero de 1869 ¢s destinado co-
| moayudante mayor de Kina l Batall6n
‘idainfaruccia;enesemomentocn Sal
tapocupadd en evitinia iivasiGn dis.
‘montoneras de Varela, Fue entonces 0
‘en Tucumén, adonde el cuerpo pas en
seguida, cuando Gramajoinicia suamis-
tad con Roca. Desde ese entonces, su
propia historia personal se funde con la
de su amigo. Permanece en el Batallén
Todo el afio 69 y parte del 70, y acom-
pafia a su jefe en la campafta contra L6-
Jordén que culminaen la batalla de
iaembé. Poco después es ascendido a
capitén (la designacién de 1866 habia
sido de «capitén a guerra», un cargo
provisorio), y luego de una breve esta-
dia en Buenos Aires se lo destina a Rio
Cuarto, como integrante de la plana
‘mayor de la Comandancia de Frontera
del Sur de Cordoba, es decir, al lado de
Roca en sus Galias ranqueles...
En diciembre de 1875 pasa a ser
mayor efectivo, siempreen RioCuarto,
donde permanece hasta enero de 1878.
Es en este momento cuando su jefe y
amigo recibe el Ministerio de Guerra
Gramajo lo acompafiaré, junto con Ig-
nacio Fotheringham, en ese viaje por
mensajeria en cuyo transcurso Roca
ccreyé morir. ;Cémo habré suftido Gra-
‘majo en aquellos dias, viendo a su ido-
latrado jefe casien agonfa! Una vez es-
tablecido, el flamante ministro nombra
‘a Gramajo su edecéin. Y eso serd hasta
elfinde sus dias: edecén de Roca, pero,
ademas, secretario, consejero, testigo,
confidente y, por sobre todo, amigo.
Siempre estar al lado de su jefe, pero
siempre en un deliberado segundo pla-
no, enun discreto lugar. Sonnumerosas
| las fotografias donde, al lado de un abi-
‘garrado grupo que rodea a Roca, se ve
tun poco atrés, cerca pero atrés, Iai
gen inconfundible de Gramaj
siempre sonriente, mofletudo, con sus
‘maostachos y su erizada barba, sin s0-
Dresalir, sin destacarse, pero siempre
atento para servir a su jefe.
Hay una libretita escrita a épiz por
Gramajo que contiene el diario de la
«Expediciénal RioNegro».Elconteni-
does revelador de la personalidad desu
redactor. Las entradas son cortas, $0-
brias, sin comentarios: «Mayo 8: Sali-
mos alas 4 y acampamos las 2 de la
mafiana en el algarrobo Clavado. 7 le-
guas. Mayo 9: Salimos a las 8 y acam-
pamos en el Médano Colorado alas 12.
Sleguas». Y asflosdemésdias. E124de
| mayo, cuando la columna en la que
marcha Roca junto con Gramajo llega
al anhelado Rio Negro, la anotaciGn es
igualmente escueta: «Mayo 24: Sali-
mosalas7 1/4 direccién Sud dejandoal
‘Norteé. Chaique\ Mahuida y.acampa-
‘mossadds 5 G¢ idtardé sobte da margen
del Rio Negro. La vanguardia habia lle-
gado las 10 1/2 hiz6 la bandera. Ltc- |
gué de servicio y entregué a las 6 dela
tarde. 14 leguas». Y al dia siguiente:
«Mayo 25: La primera brigada salud6
celsol con tres descargas. Acamparon>.
No hay nada de épico en las anota-
ones de Artemio Gramajo. Esa parte
Ta deja a cargo de otros amigos del ge-
neral, que se encargarén de sefialar al
pais la dimensién del servicio que sele
prestaba al conquistar 15,000 leguas de
tierra. Gramajoselimitabaaregistrarla
hora de salida, la distancia recorrida,
los parajes que se han tocado, la tempe-
ratura, Pero estos registros también son
indispensablespara urdireventualmen-
teunacrénicacon saborépico: aquellos
sencillos hechos fijados en una libreti-
ta de almacenero constituyen la trama
de la Conquista del Desierto, que es co-
‘mo decir la plataforma de lanzamiento
‘de Roca hacia la presidencia de la na-
cién,
Al lado de Roca
Por supuesto, Gramajo estaré junto
su jefe en los ajetreados dias de 1879
yy 1880. En sus papeles hay recibos de
dinero de diversas personas, civiles 0
militares, pagos seguramente realiza~
| dos por Roca para retribuir diversos
B Topo es HisToRIA
j
|
|
=
i Un lenguaje
milenario con tecnologia argentina.
Argentina exporta a Oriente
impresoras Proprinter IBM
de fabricacién nacional
Japén, Taiwan, Corea, China y
Singapur nos han elegido como
tinicos proveedores en el mundo
de este modelo de impresora
Proprinter especialmente disefiada
para imprimir en diferentes
caracteres orientales.
‘Una nueva demostracién de que
nuestra planta IBM Martinez
Tdeograma Kanji cuyo sentido es: correet,apropiada justo
cumple con los requerimientos
de calidad de los mereados
internacionales més exigentes.
‘Asi, la impresora IBM Proprinter
yuna amplia gama de equipos
integrantes de sistemas de
computacién fabricados por [BM
“Argentina, nos representan en més
de 70 mereados alrededor del
mundo y suman més de 1.100
millones de délares acumulados
en concepto de exportaciones para
el pais.
‘Todo un simbolo de que
el mundo se leva, de la
Argentina, la mejor impresién.Bia
Des Se)
OL Gee ae la Kepublica
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5 Nees
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servicios. Apenas concluida larebelion
de Tejedor, en agosto de 1880, Grama-
{jo también recibe su recompensa: el as-
| censo a teniente coronel. Y en octubre
de ese atio, cuando Roca asume la pre-
sidencia delanacién,es designado ede-
‘cn del primer magistrado.
‘Ahora la relaci6n queda institucio-
nalizada: el aide de champ, el ayudan-
tedel presidente, debe estarasuladoto-
do el tiempo, asistirlo en sus deberes
protocolares. En aquella época la presi-
‘dencia de la naciGn no tenfa «casa mili-
tar» ni una secretarfa general, de modo
‘que el secretario privado y el edecén
ppresidenciales cumplian la importante
funcién de dar curso a las audiencias
solicitadas y acompafiar al primer ma-
gistrado en sus tareas. Se explica, en-
tonces, que haya sido de Gramajoel pa-
‘uelocon queapresuradamente vendan
lafrentedeRocacuandoen 1886unde-
mente loagrede con unapiedraen aen-
trada del Congreso Nacional; ese trapo,
10 Tovo zs Historta
Los cumpleatios de Gramajo, cada 6 de junio, constituian un acontecimiento, casi un ritual. Roca puntualmente enviaba su
\esquela de fellcitaciones adherida a lainfaltable caja de la mejor champata para los brindis. Aqui la de 1883.
onlas negras manchas que lo ensucian
dramaticamente, hoy se encuentra en el
‘Museo de Ia Casa de Gobiemo. Tam-
biénse explica que enel mismoafo, ex-
pirando ya el perfodo de Roca, Grama-
jo haya sido promovido al grado inme-
diato superior. Ahora y para siempre
ser «el Coronel Gramajo».
“Acompatia durante algunos meses a
suamigoenel viaje queéste efectia por
Europa, una vez.concluido su mandato,
‘compartiendo con él los agasajos, giras
y diversiones del periplo. Lo sigue mu-
‘chas veces en lasexcursionesalaestan-
cia LaLarga. Vaasucasacasi todos os
dias y comen juntos frecuentemente.
En 1893 ser nuevamente su edecén
cuando Roca es nombrado jefe de las
fuerzas que deben reprimir la revolu-
cin radical de Santa Fe. Para las hijas
del general, Gramajo es una especie de |
tio siempre cordial y bienhumorado. Y
en 1898, cuando el general obtiene por
segunda vez la presidencia, nadie se
asombra de que Gramajo nuevamente
sea designado edecén presidencial. En
tal cardcter lo acompafiard en el viaje
{que hace Roca por la Patagonia y que
culminarden el «Abrazo del Estrecho»,
y también en el que efectiaa Rio de Ja-
neiro. Su fotografia aparece, siempreal
lado del presidente, y se lo caricaturiza
1a gusto. Los dibujantes lo pintan mas
‘gordo de lo que realmente-es, pues Gra-
‘majo, aunque mofletudo y corpulento,
no es obeso. Pero la fama de glotén que
loacompafia, hay que justificarlagrafi-
camente.
El «revuelto» y otras delicias
{Bs tan comilén como asegura la
leyenda? Probablemente Gramajo es
tun gourmet mAs que un devorador; un
‘buen gustador de comidas y bebidas
que sabe dénde hay quecomertalocual
plato y dénde hay que pedir tal o cual
vino, Déndehabréaprendidoclartede
| .
«Mi Coronel: Ahi van es0s dos ta-
males para que los almuerce hoy y se
acuerde de nuestros felices tempos de
‘Tucumén, de que ya estamos desgra-
ciadamente tan lejos» —le dice en una
‘esquela sin fecha—. «A mi vuelta de
este viaje—Ieescribe enmayode 1909
desde La Larga— le traeré chinchuli-
nes y algunas otras golosinas.» En una
|cartaa su mucamo Gumersindo Garcia,
|en 1910, le decia el general desde Gé-
nova: «Cuando lo vea a Gramajo diga-
Te que no sabe el viaje que se ha perdi-
do, Era un comer de ravioles, maccaro-
|nis, ffituras, rociado todo con vino
(Chianti exquisito que no hay pasajero
{que no haya bajado con dos kilos mas».
YY desde Roma, en febrero de 1906, le
anotiia: «Muchos viejos conocidosme
/hanypregumtada porusted: Yoesibeidi-
hivoque-vendié‘pana:Licexposicisindé
| mayo en Mildn y que usted conserva
| por Italia el mas grande carfio y no ol-
| vida sus exquisitosravioles, tallarines y
todaesaserie de pastas apetisantes ysa-
‘brosas que aqui se comen con delicia». |
lay varias esquelas acompatiando en-
-vios de corderos, pavos 0 costllares,
con promesas de mandar més en oca-
siones préximas. En realidad, casi no
hay cartas de Roca a su edecéin que no
incluyan alguna mencién mas o menos
{estiva a su glotoneria, Y también ala
tacaferia que le atribuye. |
| Gramajo era hombre medio en sus |
|astos. Depend de un sueldo militar
mientras que Roca podia darse Iyjos |
| que suedecsinno soliapermitirse. «Gra-
‘majo, restablecido completamente de
sus manchas y haciendo el milagro de
viviren Paris comiendo bien sin gastar
tun medio y rabiando contra el habito
del pourboire, bajo e indigno del hom-
bre, que él se ha propuesto corregir no
/dandoa nadie un céntimo>,escribe Ro-
ica a Gumersindo Gareéa desde Paris.
Esacostumbre tan francesa de exigir la
| base ode.»
més insignificante, sacaba de quicio a
Gramajo. En su segundo viaje a Euro-
pa, Roca le escribia a Gramajo desde
Paris haciéndole saber que a Sénchez,
su compatfiero de viaje, «lo tnico que le
contrarfa es esta maldita propina de los
franceses, que él considera como de los,
signos mds visibles y elocuentes de la
| decadencia y ruina préxima de la Fran-
| cia. Se acuerda de usted y se rie de los
apuros que usted habra pasado cuando
poraqui anduvo, las hbilidades de que
se habrd valido para recortar el pour-
boire. Yole digo que usted eramay lar-
‘go que nose paraba en francos, la tini-
camanera de ser bien servido».
No hay duda de que Gramajo fue
confidente de su «jefe y amigo» en ma-
teria politica, Todo ese ctimulo de jui-
cios personales, criticas, opiniones,
perspectivas y ambiciones que forman
la trama del fenémeno politico tiene
‘que haber sido materia de largas charlas
entreellos, Pero seguramente estas con-
fidencias se dijeron; no se escribieron. |
Roca siempre fue prudente en aquello
de dejarregistradas cosas compromete-
doras, as{ como fue poco locuaz en te-
mas politicos: «En este pais, el que ha-
licen que deci...
‘Sinembargo, en lacorrespondencia
deRoca con Gramajohay.aigunasefu-
sidnes:EF keneral tabi uae poditircons
fiarenladiscrecién desuamigoy oha- |
cia depositario de sus rabietas. O dessus |
observaciones: desde Paris, en octubre |
de 1905: «Paris esté Ueno de argenti- |
nos. Creo que en ninggin tiempo, ni aun
en aquellos de nuestra locura de gran-
deza que nos precipitaron en tan honda
crisis,ha venido mayornimero decom-
patriotas a pasear y a gastar dinero, Fe-
Jizmente nuestro progreso es ahora més
firme y sélido y no hay que asustamos
de gastos». También desde Paris, dos
meses después: « Veo con gusto que to-
do sigue ahi viento en popa y que con-
tindan aumentando los valores de los
campos, de las casas y de los terrenos,
as{ como el de los alquileres y los con-
sumos». Desde Roma, en febrero de
1906, después de contarle queha viaja- |
do de Niza ala capital italiana en auto- |
mvil acompatiado por José Ingenieros
como secretario («muy novedoso im-
presionante el viaje en esta forma, pero
nolo volveré a hacer; es fatigante y ex-
puesto causa de losmaloscaminos de
Italia para esta clase de vehfculos»), le
propina (el pourboire) por el servicio | comenta que «las noticias que nos lle
Bisamgjatecinnda:nsiforme cissinniss
de coronel em pose para un fotdgrafo
‘andnimo. Después de engancharse
‘como soldado raso ingresé a la carrera
de oficial. Ayudante, ayudante mayor,
‘capil, tenientecoronel ycoronel, fue
‘lweterno edecin de Roca»
‘gan respecto ala salud del doctor Quin-
tana son muy desfavorables. Mucho me
temo que sean ciertas y que, con ese
motivo, se aumenten las incertidum-
bres e inquietudes que algunos abrigan
pporel dia de mafiana. Yo no abrigo te-
‘mores de ningiin género. El pais madu-
ra sin que nosotros mismos lo sospe-
cchemos. Cualesquieraque sean loscam-
bios y modificaciones que se operen en
celpersonal del Gobierno, él ha de saber
‘mantenerse en orden yen paz, que ess.
mayor bien».
Peroen marzo de 1910 el tonocam-
bia. Elpresidente es ahora Figueroa Al-
corta, que ha destruido el poder polit
code Roca, y éste no quiere compartir
con su enemigo os festejos del Cente-
nario. Le escribe a Gramajo: «En vista
del boxtrio politico que hay aqut, estoy
Topo s Histon 19| mas decidido que nunca a realizar mi |
| viaje aE.uropa. El gobierno de Figueroa,
esun desquicio sin nombre y s6lo exis-
te debido al desquicio de las fuerzas
lopasitoras que no aciertan a concen-
‘trarse. Una idea del desorden reinante
‘esloque ocurrecon laRepiiblicaOrien-
tal. Mientras Séenz Pefiaen nombre de |
Figueroa Alcorta arregla y festeja la
‘vuelta a a paz y armonia con ese pais
hermano, Betbeder y Aguirre, con el
‘consentimiento sin duda de Figueroa,
Te arman y fomentan ta invasin y la
‘guerra civil. Esel colmo de laestupidez
y la perfidia. Se desconfia a tal punto
del ejército de linea que Dellepiane ha
sido autorizado para formar un ejército
ppolicial. Por todas partes los signos,
‘cuando no son hechos reales, de la ma-
yor podredumbre. ;Cémo puede durar
sto? Parece realmente cosa de mila-
gro».
Y Ia rabia contra Figueroa, nunca
‘expresada puiblicamente, continia des-
‘de Paris, cuando escribe a Gramajo en
recuerdo del Presidente de Chile, que
julio de 1910: «Muy grato me ha sidoel |
contrasta con las pequefieces de nues-
tropequefio Figueroa, queno sofiéenla
vvida la inmensa fortuna de presidir co-
mo presidente de la Repiiblica el Cen-
tenario de la Revolucién».
Picardias
Pero la correspondencia de Roca
con Gramajo abarca otros. terrenos:
aquellos que exigen la mayor discre-
cin entre amigos de total confianza.
‘Ya hemos dicho que Gramajo hizo
con Roca el primer viaje a Europa en
1887, apenas concluida la primera pre-
sidencia. Ambos tenfan poco més de
ccuarentaatfos y viajaban sinsus respec-
tivas compaiteras. Paris era por enton-
cesel centrode la vida galante europea,
y los dos amigos se habrén divertido a
fondo por esos andurriales. Una remi-
niscencia de aquellas aventuras debe
serlaqueapuntaRoca en enero de 1906
cen su segundo viaje, desde Niza: «Mi
‘querido Gramajo: Recibf en estas her-
‘mosas playas, centros de atractivos y de
tentaciones de toda clase y que Ud. co-
La revista Fray Mocho
derrama una ligrima
(por Gramajo ewando
imuere, a los 72 afios,
el 11 de enero de 1914.
\Las bromas de
esa publicacin
Imerecieron no sélo,
la «absolucién» del
ledecin de Roca, sino
‘sus flicitaciones por
{as humoradas. (Del
‘Album de Horacio
noce, su tarjeta del 7 de diciembre, ani-
versario de la batalla de Santa Rosa»,
‘Unmesméstarde, yaenRoma, lecuen-
aque Sénchez, con quien esté hacien-
dol viaje, «se esté portando». Y agre-
ga: «Nos siserdn los éltimosdestellos,
peroelcasoes que yo le conozco varias
‘buenas conquistas en los campos ame-
ricanos, ruso y francés sin gastar tanto
comousted gast6 tiré dinero en muje-
res, Con pecunia no es gracia; asf cual-
quier zonzo se procura reinas y prince-
sas por estos mundos. {Usted no tuvo |
‘una condesa Linda como el sol sin més
{que haberle hecho sonar unos reales en
una fonda?>.
Alusiones a aventurillas pasadas...
Y también a aventuras actuales. En no-
vviembre de 1904, apenas terminada su
segunda presidencia, Roca escribe a
Gramajo desde La Larga. Le da a su
amigo diversas noticias y despuésle di-
ce como al pasar: «Supongo que aque-
Ila carta que le dejé antes de irme fue
entregadaa sudireccién, Yonohe teni-
do declla ninguna noticia de recibo co-
mo ha sucedido otras veces». {Quién
seria el 0 la destinataria de esta carta
que Roca no manda por correo sino a
través de la tercerfa de su amigo? {No
| sure el pérraforuna relacién femeni-
naavdique-et txxpresidéntenquicrero°
‘dear de una total discrecién?
En cambio, en el marco de la amis-
tad que une a ambos personajes, tiene
‘unaindudable significacién lacarta que
envia Roca.a Gramajo el 27 de enero de
1907 desde Paris.
Recordemos ciertas circunstancias
‘que he relatadoen Soy Roca El general
haconocidoen Vichy auna bella ruma-
na, Helena Gorjan, y mantiene relacio-
res con ella a pesar de que esté viajan-
do en compafifa de sus hijas y su her-
mana Agustina, Sin duda la estrategia
del general no servia solamente para
ganar batallas sino también para eludir
compafifas molestas... El caso es que |
después de casi dos afios de estada en
cl viejo continente ya esté en visperas
de regresar al pais, al que extrafia mu-
cho. Enalgsin momento Helena y élde-
‘ben haber decidido el traslado de ellaa
la Argentina, donde seguiré acompa-
fiando a su amante, Pero, zc6mo reali-
zar ese viaje sin que trascienda la rela-
cién? Entonces... i 1
Le escribe el dia que decimos. Le |
cuenta que pronto tendra el gusto de
abrazarlo y de ir juntos a La Larga
«