Torres García, Metafísica de la prehistoria Indoamericana

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J. TORRES-GARCIA METAFISICA DE LA PREHISTORIA INDOAMERICANA PUBLICACIONES D% LA ASOCIACION DE ARTE CONSTRU F VYO-MONTEVIDEO J. TORRES-GARCIA METAFISICA DE LA PREHISTORIA INDOAMERICANA | PUBLICACIONES DE LA ASOCIACION DE ARTE CONSTRUCTIVO—MONTEVIDEO PROLOGO Después de los estudicy de Prehistoria General, iievados a término en esta Institucién durante el aio proximo pasado, y con un fin que fué mis alld del meramente arqueoldgico, pues onsistid en buscar SUS bases constructivas esenciales; y no tan s6l0 con referencia al arte, sino tam toda otra cuaiquier esiructuracién; hecho este estudio pasamos entonces a la prehistoria local, uruguay: y luego, y ya con el fin de dar en tierra firme, a la prehistoria general de le. América del Sur. Y explorando en tal sentido, pudimos darnos cuenta de que si cualquier cultura prehistérica, fuese de hoy o de los tiempos mis retros- pectivos, se adaptaba siempre, por su natural simplicidad y espesial conformacién, a lo que consti‘nia la base de nuestra Regla de unidad (base de! Constructivismo, y por esto, tinica razén de ser de nuestros Instituto) mayormente 1a Indoamericana, precisamente aquella que tavo por foco inicial lo que hoy seria la meseta boliviana, Pert, Ecuador y Chile, 0 sea todo aquelle que pudimos conocer y conjeturar fel periodo’ pre-incaico, porque tal estructura prehistorica, por ser en si universal y completa, viniendo a confirmar nuestra doctrma, nos dba un firme apoyo en Ia realidad. La adoptamos, pues, por tal raz6n. Y mayormente, porque, dentro de la Gran Tradicién, y segtin nuestro criterio, podia y debfa colocarse como la mas perfecta realizacién de lo que ha constituido, en’ esa Tradicién, a través de los siglos, su ba fundamentsl. ¥: hallado este verdadero médulo, esto nos permitié, no s6lo repudiar o desdefiar otras propuestas soluciones al problema de cultura intercontinental en América del Sur, sino, ademas, hacer mas viable nuesira Doctrina Constructivista, Por este motivo, si en la cultura pre-incaica, hallando nuestro norte, con ella nos quisimos solidarizar hasta el punto de identificarnos, tuvimos, por otro lado, que mirar como hostiles a tal vehemente deseo y comprensién, toda otra corriente de ilizacién o teorfa, fuera de hoy © de siglos atras, y fuese también como estructura social, religiosa o ‘de arte; pues la cultura incaica, a nuestro modo de ver, reaiiza todo eso tan maravillosament> en su simpie unidad que, verdaderamente, puede servir como el mas acabado modelo. Por esto, podria constitwir, no s6lo la base ae nuestra anifi- cacién suramericana, sino también la posibilidad, al fin, de poseer una yerdadera culiura integral y ademas autéctona, Pero, nuestras prete: siones, aunque fundadas, no quieren en modo alguno rebasar 1g esfera puramente tedrica. Nos basta, ademis, y nos bastard siempre, el que todo esto pueda servir a quien tenga que servir. Pues, por otra parte, i tampoco creemos en ninguna evolucién colectiva. Finalmente porque no responde a la realidad del mundo en la actualidad, Preseutamos. pues, tal trabajo, como mero ensayo. Y por todas estas razonas que acabamos de dar, si no pretendemos suscitar el menor movimiento en tal sentido, tampoco nos ponemos, bajo ningiin concepto, en oposicin con nada. Por tal motivo, no se le busque ttainpoco parentesco con cual- quier ideologia, ya que tal estudio, es hecho con toda independen- cia. Responde s6lo a nuestro punto de vista constructivista, que se cir- cunscribe, er su universalidad, a] deseo de llegar a la elevacién laico religiosa, por el Arte. J.T. G. Montevideo, abril 2 de 1939. Leccién 1.a Donde se trata del medio geogrifico en que se desarrollé la cultura Indoamericana, El estudio de nuestro continente quizis pueda ayudarnos en la bisqueda de su misteriosa civilizacién. Desde Inego su configuracién se nos presenta sumamente estirada y atin con la particularidad de quedar como separadas las dos porciones mayores de tierra. Configura- cién que difiere notablemente de la del Viejo Mundo. Y entonces, si nos fijamos en la particularidad esa, de que, a causa de su alangamiento tiene que abrazar multitud de meridianos o climas diversos, tendremos que, a esia geografia terrestre, tiene que acompafiar una verdadera geografia humana, y esto dar matices diversos a sus expresiones cul- turales y de arte. ss Considerando ante todo su aspecto geolégico, y de acuerdo con los studios que se han levado a cabo en este sentido, tenemos que, de la . primitiva época del mundo (posiblemente antes de la época cuatter- naria) s6lo pueden darse por ciertos, vestigios que se hallan en la Argentina y Chile: es decir, la roca siltirica 0 mas propiamente del euarzo, y que en muchos sitios forma el acantilado de las costal del Pacifico. Y lo mismo en la punta de América ja tocando a la regién Polar, Si estos vestigios se refieren a la era primaria, pueden hallarse otros como en el subsuelo de la pampa, de la Era Terciaria (anterior al hombre) constituidos por terrenos arcillosos y también areniscos “ast como de materiales volednicos. Pues bien: tales estudios, hasta hoy muy incompletos no han logrado, al parecer, fijar la época cuaternaria: es decir, la 6poca en que aparece el primer hombre; y esto fin de establecer relacién con respecto ge tal época, con objeto de es‘ablecer ‘confromlaciones con el primer hombre europeo. Por el momento, en este sumarisimo estudio geografico no nos ocuparemos mds que del continente sur, que es el que traemos en estudio. Si echamos Ja vista a un mapa cualquiera presto veremos que, de Norte a Sur, nuestro continente se ve como partido en dos por una larga cadena de altisimas montafias (los Andes), por llanos inmensos (@ altiplano y la pampa) por zonas (el pringipal macizo) en la proxi midad de la linea ecuatorial; 10 que tiene que provocar aspectos de flora, fauna y wida muy distintos. Inmensas selvas em esa zona térrida, stbanas y bosques en el Chaco; praderas en la pampa y por fin la vasta extension de estéril roca de su extremidad. Bien irrigado este continente ,pudo facilitar, no s6lo el cultivo, sino ademas el inter- cambio de pueblos por via fluvial; y esto es importante tenerlo en cuenta. Hin general, el suelo de Suramérica eg rico en especies varia- das de plantas y se ha prestado admirablemente a su domesticacién, como vev2mos. Pero también existen regiones de gran aridez, como en las mesetas de los Andes o regiones insalubres como las salitreras, © inhospitalarias por lo desérticas como 1a Patagonia, Ademds, como todos saben, selyas virgenes impenetrables, en las regiones tropicales, que ademés por la cantidad de alimafias dafiinas y bestias feroces, se hacen también inhabitables. Lagos inmensos, como el Titicaca, y volca- nes en montes como e] Aconcagua y el Cotopaxf; gargantas horrendas; todo esto hacen de este continente una maravillosa naturaleza en 5 mucha parte sin descubrir, y atin sin pensar en lo que lg tierra guarda en sus entrafias. Si ahora pasamos a la geografia humana, veremos que ofrece no menos misterio... En efecto: de donde salié el aborigen? ;Guarda entre si parentesco toda lp, familia de suramérica 0, por el contrario, presentan distintos tipos? Generalmente, de acuerdo con ciertas caracteristicas, se cree en un origen mogol: es decir, tte serfa de origen asidtico. Hs verosimil. La oblicuidad de 108 ojos, 10 lacio del cabello, 10 saliente de los pémulos y el color aceitunado o cobrizo de la piel delatarian tal procedencia. Pero lo que confunde, (y que en parte echa por tierra la hipdtesis de su origen,) es la falta de unidad, bajo el aspecto fisiolégico, del abo- rigen, Dice un autor: “Aparecen en América, desde los craneos més braquicéfalos hasta los mas dolicocéfalos y desde las estaturas que se acercan por término medio a 1.50 metros, 0 sea muy bajos (los perua nos, los trumai) hasta los que se aproximan a los 2 metros (log cli cos patagones)”. Y de eso deduce el citado el citado autor ,que, tales pruebas, dan indicio de que no es wna raza pura; es decir, salida de un troneo tinico, sino una raza mixta en la que debieron intervenir elementos muy diversos. Por ejemplo: en la regién meridional, parece notarse un tipo que mas se acercaria al ocednico y no al mogol La lengua, puede por otra parte, revelar también algo bajo ese aspecto. Pero, oxiste en Suramérica tal marafia de lenguajes, que es empresa dificilisima tambien el Megar a conclusiones en cuanto a la existencia de un tronco coman. ¥ lo mismo ocurre en la América del Norte. Véa- se lo que dice otro autor con relacién a esto: “Un nimero inmenso ae dialectos y lenguas conocidas, (despues de haberse perdido muchas otras), se ofrece al investigador que trata de reducirlas a un nimero limitado de grandes familias; las dificultades para ello son enormes y todavia, en una ailtima tentativa de este género, la de Rivet en 1924, se reconoce Ja existencia de 77 familias lengilisticas, Independien- tes en absoluto, lo cual supone millares de lenguas por completo dis- tintas (sé Mega al millar solo con lenguas de la cuenca Amazonas), ya que cada una de esas familias puede compararse con el antiguo tronco indogermano, por ejemplo”. Como se ve, no hay exageracién en lo «ue he dicho antes. Por este lado de la lengua, parece, pues, que los sabios no han legado a nada coneluyente que pueda dar indicios del ofigen misierioso del hombre en norte y suramérica, Para resu- mir, pues, en cuanto a este origen, puede decirse que, aparte de la teoria del sabio argentino, Ameghino, que empled, puede decirse, su vi- da en dilugidar tal problema, aportando los datos mds euriosos, logra- dos cientifica y pacientemente, lo demas se reduce a conjeturas, Pues, sin querer fijarse que tales sabios europeos han, verdaderamente, sa- boteado la tesis de Ameghino, el cual suponia la aparicién del primer hombre aqui en estas tierras, tal y cual se produjo en otras; esto es, pasando por las fases de las edades geolégicas (y yo creo que, por simple intuicién afinmé lo mismo, en wna de mis lecciones) pues, en realidad gaué puede contradecir tal teorfa? ;Porque no suponer qué, simultaneamente, aparecié e] hombre en diversas partes del glo- bo? Esto es lo més racional 0 ldgico. Pero hay todavia el resabio de la creeneia en un primer tipo humano, tal como lo quiere la Biblia, generador de toda la Lumana prole; y esto, Aunque no ipudiera ser crefble en un sabio moderno, quizis influye mas en ellos de lo que ellos mismog creen. Y si América produjo plantas y animales que s6- Jo aqui se dicrOn ,por qué no suponer lo mismo de los seres humanos? Esta es mi creencia, Y que aqui debido al deshiele tardio, apareciese con cierto retraso de muchos siglos, esto tampoco nada contradice. ¥ aun aneda en pie el misterio de la fabulosa Atlantida que podria en mucho reafirmar o echar por tierra muchas teorias, Se quiere ver, pues, en el aborigen (especialmente de la América del del Norte) imfiYencia mogol; y ya para las zonas célidas y del Pa- cifico, influencia ocednica; es decir, que “hay ciertas relaciones y cier- tas poblaciones de la costa pacifica, por una parte, y los australianos y las tribus del Sur, por otra. Pero dice otro autor: “ En todo caso en América del Sur, es don- dg se ha sefialado el foco principal de la lamada raza paleoamericana o de Lagoa Saita, que se supone, desde Quatretages, como lo que cons- tituye el nticleo fundamental de Ia poblacién suramericana y que, co- nocida a través de créneos antiquisimos, se ha podido sefialar entre las poblaciones modernas como jos batocudos brasilefios’’." Como se ve, pues, no hay atin acuerdo entre los sabios y todo queda en el terreno ide la hipétesis mas 0 menos fundada, América atin guarda el secreto de su origen, Se comprende, que ante tales impresiones, sea tanto més diffeil establecer una clasificacién antropolégica, y, en tanto no se completa tal ciencia no podra pronunciarse categéricamente. Por esto, solo pue- de indicarse el crineo tipico de la raza paleoamericana de los botocu- dos del Brasil; el de la raza fueguina de Ja andina; de la amazénica, ete. Debido a esto; se ha tentado de hacer otra clasificacién por cul- turag y a este fin, se ha dividido la gran familia indoamericana en pueblos cultos e inc"ltos, Serian pueblos cultos de América del Sur, los de la regién del Ande y del Pacifico; y los més atrasados, los del lado del Atlantico (también clasificados como amaz6nicos), pueblos mfseros, agricultores; pueblos de la zona del Brasil, especialmente cazadores; los del Chaco, cazadores de guanacos y avestruces; los fueguinos, pescadores y en parte agricultores. Dejando aparte estas imperfectas clasificaciones y, con el auxilio lingiiistico, tratamos de destacar, considerando a Suramérica geogra~ fieamente a los tipos mas salientes racialmente, HI Ande parte a Suramérica en dos regiones, y asf tene- mos, en primer término, la regién propiamente dicha andina y la del Pacifico, y que son en las que se desarrollaron las mayores culturas, En Ja parte Norte se halla la gran familia chibeha y mysea formada por numerosas tribus, Tal familia aborigen compuesta de guerreros belicosos, no formé, en realidad un pueblo, y tal como nosotros lo entendemos, Ocupaba el territorio comprendido entre el istmo de Pa- nam& y el Ecuador, legando por el Este hasta la cuenca del Rio Orinoco, En lo que ‘hoy es propiamente el Ecuador (es decir mas al Sur) encuéntranse a diversas tribus dispersas y mas 0 menog en pa- rentesco, y son los Mamados indios chocos, esmeraldas, mantas, huan- huilleas, paltas cafiaris, ete. Y mas al Sur, propiamente en el Perit ‘ 7 encuéntranse los yuneas y la gran raza quechua y aymard, en tierras al interior, hasta la meseta boliviana. Y tal raza fund6 el gran imperio inkéisico (hacia el siglo XV) y, tal configuracién politica, unifies en- tonees la lengua, Habitaron los aymards, la regién del lago Titicaca, y tal raza, una de las mas antiguas, ya habfa fuhdado otro imperio o centro de cultura: ‘Tiahuanacu. Urus y p"guinas, fueron también pobladores primitivos, asf como los araucos de la regién del Amazonas. Abocdndose a la regién Ar- gentina, tenemos a los diaguitas o calchaquies, Pero, a lo largo de la costa, corre otra gran pueblo: el araucano. Y forman parte de él, 10s ranqueles, manzaneros, y pehuenches, ya en plena pampa, Y ya, mas a la punta Sur de América, los arcaicos pueblos tueguinos, quizis los primitivos moradores de la costa del Pacffico. En la costa Atlintica hay variedad de pueblos, Costa de Vene- zuela y antillas, fué asiento del pueblo arauco y se extendié a las Guayanas, cuenca alta del Orinoco y Rio Negro, con derivaciones has- ta el Chaco y Paraguay. La familia caribe tuvo su asiento en la me- seta de las Guayanas y Venezuela y bajo Orinoco legando su influen- cia hasta el Matto Grosso y Madeira, La familia tupf{-guaran{ toma origen al sur del Amazonas entre sus afluentes, el Madeira y el Xingu, llegando hasta el Chaco bo viano, al bajo Parana, el sur del Brasil y toda la costa brasilefia, su- perponiéndose, en dicha region, a la primitiva raza paleoamericana de Jos Ges, en la época de la Conquista. Pero los Ges, constituirdan otro gran pueblo que ocuparé toda la meseta brasilefia desde Ia desembo- cadura del Amazonas hasta el Uruguay. Y se encuentra esta referencis “De vida muy primitiva, tales indios han recibido el nombre de bo- tocudos, nombre de una de sus tribus. Entre ellos o a su alrededor, hallamos nuevos pueblos independiente: los Kiriris, los Gayatacas, los GMaysquis, los Carajés, los Bororés, ete,” Y otra referencia que nos atafie directamene: “El territorio del Uruguay estuvo oeupado por los charruas, mientras que del otro lado del Plata, en la regién actual de Bs. As., habitaban los querandies. La Patagonia propiamente dicho era habitada pnr los Patagones 0 tehuelches: de alta estatura, y vestidos con pieles de guanaco (con las que también hacfan grandes botas) debieron su nombre a este \Wetalle de su indumentaria’. Por Wltimo, en el pequefio espacio ocupado por el archipiélago de la Tierra de Fuego se reunen hasta tres pueblos, por completo independient: entre sf y aunque se agrupen bajo el nombre de fueguinos: los onas, los yagones y los aliculufes. Toda 1a ciencia antropolégica, ciencia fisica del hombre y que comprende varias ramas: arqueologia, geologia, paleontologfa, etno- gratia y muchas mas, con ser ciencia relativamente joven, ha llegado, €n e} Vielo Mundo, a precisiones casi definidas (y quizis esto sea debido a mayor documentacién) que en otra parte del mundo, ¥ yo he ofdo vensurar a veces por parte de extranjeros, a los estudios de aqui, tilldan dolos de fantasistas. Y no hay talcosa. Es que ,por el momento, no es posible llegar a precisiones mas afirmativas. Y tenemos un ejemplo con la misteriosa Isla de Pascua, en que, Jos sabios europeos, se han estre- Nado con respecto a las enigmaticas esculturas cuyo origen no se ha 8 podido dilucidar, ¥ por todas estas razones, nos afirmamos, una vez més, de que es el arte el que puede dar Ja palabra més clara 0 conclu- yente; y de ahi el método que seguimos. Donde le hay, pues, hay pueblo, hay cultura; y el ejemplar arquelégico, con toda su integridad, puede hablar con toda elocuencia, Nuestra via pues, ha sido la mejor, y sin mayores datos en su auxilio. A pesar de eso continuaremos, en lecciones préximas, estudiando log diferentes pueblos, consultando, como acabamos de hacerlo, diversos autores. Hemos de conocer, hast a donde nos sea posible, no solo la verdadera raza indoamericana sino también el suelo que habitamos y con esto llegar a su industria y arte, para penetrar en su alma, Si yo ahora tuviese que exterforizar mi criterio con respecto a estas bisquedas de los sabios, dirfa, francamente, que las creo equivo- cadas e nel sentido de orientar su curiosidad hacia objetos secundarios, dejando por esto de lado lo fundamental. Me explicaré: al pensar en tantas miles de gentraciones como se sucedieron en el Continente, razas como perdidas en tal inmensidad, no ‘puede menos de sentirse congoja al pensar en si debieron hallar asiento en algo para tundamentar su vida y orientarla; es decir, si hallaron lo que propiamente puede y debe siempre lamarse la Verdad, Pero, tales criaturas humanas, seres yivientes como log brutos, desde los mas {nfimos a los pesados e impo- nentes de la edad primera; tal humana raza, no pudo ni debié ir perdida; en si, en lo mas intimo, esa raza perdida en un continente aislado, debié, como a todo humano le es dable, encontrar una norma para su vida, Porque donde hay hombre, puede estar 1a ley abstracta; puesto que por eso es hombre. ¥ tal ley; que esencialmente es construc- tiva, debié juntarlos, debié dictarles el sentido de Ja estructura en todo. Y, tal busqueda (que es la nuestra), me parece mds interesante que lo que trata de hallar la cienicia de ‘hoy. Una cosa, ademas, les unié: ese Sol, de donde previene toda vida, y también Ja alegria y belleza ‘de las cosas, Y no dejaron de comprender el espiritu de todo cuanto fué y es vida y que respetaron como tal. Y hoy, ya sabemos que es otra cosa, Pero hay que volver a todo eso, y este es el esfuerzo nuestro. Leccién 2.a, Condiciones actualds de la raza aborigen, Después de haber recorrido el mapa de Suramérica, estudiando, aunque muy someramente, la raza aborigen, desde el punto de vista antropoldgico, filolégico, rasgos culturales, etc.; y asi mismo de haber considerado €l aspecto geografico del Continente, para establecer ‘su debida relacién con las diversas razas o tribus, primeros pobladores del mismo; y atin de haber explorado acerca de su origen; hoy, cabe preguntarse: ;qué queda de todo aquello? Pues bien: lo que queda es mucho y subsiste en parte, pero zen qué estado? Esto es lo que ahora debe estudiarse; y, en primerlugar, para darnos cuenta hasta que punto perdura la poblacién indfgena (es decir, para darnos cuenta de io que es este Continente Sur con respecto a sus habitantes; (pues a 61 s6l0 nos limitaremos de momento.) y después de esto, deducir de la importancia de tales pueblos y que gsencias pueden subsistir de su , 9 pasado (sea en el plano que sea) a fin, y esto es Io importante, de establecer un crittrio, que nos leve a firme conocimiento de la fisonomia y modalidad de eso que en el mundo se caracteriza por indoamérica, mal convcido, peor comentado, y, finalmente, despreciado y atin comba- tido ante el prestigio del Viejo Mundo, Ya en otras lecciones, he tratado de la lucha que debié sostener {y aim sostiene) el aborigen con el blanco conquistador, y como, en ‘buena parte, a éste hay que atribuir el estado de degeneracién de tales gvandes razas virgenes y destruccin de sus culturas, Pero hoy no sera de esto que tratemos. Trataremos mas bien del estado actual de dichos puetlos, y dekpués del sojuzgamiento al europeo. Tenazmente (y también silenciosamente) la raza resiste; es decir, uo se entrega. Y esto es prueba de su vitalidad, de su fe en si misma y de su amor a lo propio; y no, como quiere suponerse, abandon| falta de deseo de progreso; que son los tépicos usuales que se emplean para justificar su explotacién a mansalva y el trato inhumano a que se Ja somete y el desprecio en que se Ja tiene, Y¥ no hay tal cosa; contra esa inicua meutira se yergue altiva Ja nobleza del indio; y su resistencia muda no es mas que el signo de su firmeza. Todo eso (al menos por lo que hasta el presente he visto) €s 10 que yo he podido deducir con mi pobre documentacién y mis cortos estudios; ya que, si por un lado, a pesar de ser hijo de estas tierras, soy como nuevo en ellas q causa de mi larga ausencia, vor otra, esta regién ide] Plata no es la mas a propésito para estudiar directamente estas cosas; y, ademas, no tenemos documentacién suficiente o al menos, sila hay por aqui, no esté a mi alcance. Valiéndome pues, de varios autores que consulto, trataré de ordenar algunos datos que he ido recogiendo con respecto a la actual situacion vida y costumbres de la familia indowmericana, El medio geografico, indudablemente, contribuye, no sdlo a mante- ner a tales razas en sus genuinas costumbres, sino, ademas, a diferen- ciarlas notablemente, v esto, salta a la vista que ha de traducirse en aspectos de la vida muy distintos, Un autor cree ( y con mucha raz6n) que el problema de la alimen- taqidny, tiene que estar a la base de cualquier estudio que se emprenda a fin de establecer diferencias. Bs evidente. Dice ese mismo autor: “En América del Sur, generalizando, pode- mos afirmar que hay dos zonas de cultuvo inteligente, con irrigacion ¥ abono, y son la zona andina, donde entre miltiples especies cultivadas sobresale la papa, y la zona de agricultura rudimentaria, con 1a especie principal, la manidioca, en la regién amazénica”, “Otra gran region, la meseta brasilefia, por la vida pobrisima de sus habitantes, puede considerarse como zona de recoleccién, esto es, qut se vive en ella de los productos vegetales que crecen espontanea- mente y que se aprovechan de mil modos, aparte de la caza y la pesca. que no faltan en ninguna regién de las sefialadas. Una gran regién de caza, que es paralela de la zona de las praderas norteamericanas, espe- cializada en la caza del bisonte es la meridional, de caza del guanaco y el avestruz, De aquel animal se saca el mayor nimero posible de elementos para la vida, y asi no es sélo el alimento lo que procura, sino materia para el vestido v la habitaciév 10 pie Por iutimo 1a zona meridional extrema, la fueguina, puede caracte- Yizarse como area de pesca fundamentalmente”. Hn las regiones de agricultura rudimentaria, el cultivo y recolec- cién es encomenilado sobre todo a las mujerés, La manidioca requiere cierta experiencia, por cuanto es raiz venenosa y necesita antes de ser utilizads, ciertas manipulaciones, Con ella se hace luego harina con la ave Se hacen tortas y sopas, pero también se come cruda. También eso: naturaies cultivan maiz, tabaco, porotos, batatas, ete, Ademés aprove chan frutos de los drboles: el cocotero, el banano, ‘La domesticacién de animales es rudimentaria (escasamente el perro) pero aprovechan sus productos: huevos de tortuga (Amazonas) larvas de coleéptero (botocudos). Se sirven para la caza, de arcos, cerba- tanas, boleadoras (en la regién del avestruz y el guanaco); y para la pezca, el_arpén, redes, envenenamiento del agua, ete. ‘Hl repertorio de bebidas excitantes y nareéticas es notable: el cxchiri, de la mandjoca, en el Amazonas, y del algarrobo en el Chaco: el tabaco, 1a coca (de que se obtiene la cocaina) muy generalizada, Tales son los productos de que se alimenta el aborigen, y de ahi, género especializado de trabajo en cada regién. Y zc6mo y dénde vive y se guarece? En esto hay la mayor varie- dad de invenciones. Aqui, dejando de lado lo que propiamente puede Mamarse arquitectura y que caracteriza la regién andina con construc- ciones de piedra en la parte alta y de adobe en la costa, y que se difunde en toda el area afectada por Ja cultura peruana; apar‘e de tal manifes- tacién de arquitectura, nada hay en todo el Continente, sino chozas hechas de troncos y ramas de Arboles, En ciertas comarcas hay habita- Gones comunes habitadas por todo el clan de varias familias, como es el caso de los caribes. Es una habitacién circular con techo eénico de pojas de palma, y entre los “tucanos”, lla maloca o gran edificio ree: iangular hecho de postes von techo a dos vertientes. Hay varios ti pos. Habitaciones mas sencillas son los cobertizos de los botocudos y de los fueguinos, asi como las tolderfas de les patagones hechas con pie- les de guanaco, cosidas y montadas en grandes postes, algo a la ma- nera ‘de los tipis de los pieles rojas. Construyen también casucas s0- bre palafitos en algunas regiones costeras ( y Venezuela, de Venec' toma su nombre de tal sistema de aldea sobre el agua); pero tam- bign las hay a orillas de los rfos. Esto en cuanto a habitacién. El ajuar © mobiliario de la casa tiene que ser de lo mas sencillo. Un lecho de tablas, algunos banvos y vasijas, En el Amazonas usan también la ha- maea, hechas con hojas de palma o fibras de algodén, colgada en postes bajo cobertizo. HI yestido, asimismo, tiene que ser sumario y tanto para los de la zona térrida como para los de la @ona fria. Sin embargo, en la regién andina ya es otra cosa, y de alli ciertas prendas ‘han sido imitadas en: el llano. Por ejemplo, una especie de chirip’, hecho de tela o corteza batida, es la comin prenda en los pueblos primitivos de Suramérica, Para log hombres; y una especie de delantal para las mujeres; eso cuando no van completamente desnudos, tales los fueguinos, que ape- nas los mas si se se cubren con una piel, del lado que azota el furioso viento en *al regién inhospitalaria, Pero, a veces, si no usan vestido: en cambio llevan sobre si un Info de adornos. sin excluir el tatuaje. 1a Diademas de varias materias (las triangulares de los onas, hechas de piel de guanaco) y los corsés de corteza, delantales rituales; brazale- tes para piernas y brazos, como en los caribes, Y todo'sirve para tales adornos: dientes de animales, huesos de fruta, caracoles, élitros de coleéptero, piedras diversas, cilindros de cuarzo, conchas, colmillos, garras de animales, etc. Y se atraviesan narices y orejas (botocudos y oreiones) y tambien los labios. Pero de todos los adornos, el que go- za mayor privilegio es Ja pluma. Y todo este adorno, como veremog otro dia, constituye un ritual: quiere decir que es simbélico, Utiles y armas los hacen segiin los materiales de cada region e industrias que se desarrollaron, Por ejemplo, en la regién andina, donde se practicéd Ja metalurgia, los hacen de hierro y otros metales. Pero aparte de esos, otros emplean huesos, piedras, maderas; es decir, materias de procedencia vegetal o animal. Hechas de piedras seme- jantes a las del neolitico; cuchillos, raspadores, punzones, ete. cuchillos de bambi y de huesg entre los fueguinos, y arpones. Molinos de ma- no, prensas para mandioca hechas de cesterfa, ete. Como verdadera usttia ya artistica, casi solo puede citarse la dicha regién andina, Mucho nos falta, ain, para llegar a conocer lo més elemental de Ja vida de tantos pueblos pero, antes do explorar en otros sentidos, parémonos un poco a considerar este poco estudiado. Vemos, que, de una regién a otra, en cuanto a civilizacién hay enormes diferencias,” Y, a tales diferencias en artes y en industrias, en conceptos generales sobre. el mundo, culto y religiosidad, orden en las costumbres, ha de conresiponder mente bien distinta y sentimientos huwmaos correspon- dientes, Pero, sea en Jo bajo de tal escala como en lo alto, igualmen- te sera interesante el penetrar en el alma tan variada de tales vidas. Haciendo abstraccién de ciertos pueblos que casi ni a ser pueblos llegan, en general puede advertirse, en la mayor parte de ellos, un sentido de la raza bien determinado y que, al llegar el invasor se exal- ta. Vemos a pueblos relativament, chicos luchar fieramente por su li- bertad y en combate bien desigual, Y ;cémo pudo el invasor arrogar- Se el titulo de civilizado, viendo Jo que pudo ver? Y los mismos cro- nistas, como despues se ha visto, fueron bien injustos y parciales al referit los hechos. Se conocen hoy, nobles figuras de héroes y herofnas, que surgieron de tan prolongadas guerras; ejemplos de lealtad, de nobleza y de amor. Cuenta, pues, en la evolucién humana, el esfuerzo del aborigen americano; cuenta en la gran cultura, Débiles y pobres, aun han sido factor de civilizacién, Y hoy mismo gno podrian dar una Jeccién ejemplar? “Ni cobarde ni traidor’ diran al dar Ja mano. 4Cuantos civilizados podrian decir lo mismo? Y en otro terren iNo fué ese primitivo el que trazé las primeras rutas a través del intri- cado y selvatico territorio americano? Bsa carretera 9 camino, que va, si no estoy en error, desde Quito hasta Tiahuanacu, equivalente a la mitad de la 4rea de Europa, y del que beneficiaron los conquistado- res? Y si dieron con una base geométrica (como hemos visto) si pu- dieron llegar a un todo ordenado y que esto diera origen a un arte portentoso, parte de ese aborigen ,no fué de la mas noble raza? Pero, si los antiguos cronistas (salvo excepcién) 1o calumniaron, los de hoy, con tanta malicia o mas, tratan de desprestigiarle, Véase 10 que dice 19 un autor con referencia al trato que dié al indio el conquistdor: “Al repartirse las tierras los conquistadores encuentran algo muy natural eproplarse también las correspondientes porciones de sus nativos pobla- dores. Bl desconocimiento de toda personalidad en éstos por parte de los despojadores y el poder de dominio o de casta, imprimen de esta suerte, especificas modalidades que persistirin por siglos, el derecho de propiedad y el sistema de explotacién de el suelo entre no- soiros””. ‘ “in efecto, desconocido el indio en su existencia como valor hu- mano, el nexo de relaciones entre el flamante propietario de la tierra y el que la trabaja se reduce casi a nada, Por de pronto ya vemos en esto una mutua imposibilidad de comprenderse. En el aspecto agri- cola, para el duefio de la hacienda, es el indio uno ide tantos animales de labranza que posee, Y entonces, y porque también el indio ha de comer, se le dardn unos cuantog centavos por cada “raya” (un dia de trabajo); una choza (el huasipungo) que ya él se cuidaré de su clé- sica vestimenta, El propietario es el Sefior absoluto. Y, desde ol pri- mer momento, asi para adelante”. ;Y eémo tha sopontado Ja altiva ra- za india todo eso? Con el mas sublime estoicismo, Pues bien, tal mu- da firmeza, tal desdén por todo lo que procede del blanco y que es ajeno a su concepcidén de Ia naturaleza y Wel mundo, 42omo ha sido tengiversada por los modernos socidlogos hispano americanos, dobla_ dos de leguleyos? Pues: de conformismo indigena, Es decir, de in- conciencia y embrutecimiento, de raza floja sin iniciativa ni nervio de verdaderos parias, Y sino véase lo que dice otro autor: “Y hay la inamovible conformidad del indio, con esta estructura cuatro veces secular. Su mentalidad tampoco ha cambiado lo mas minimo, La cir- cunstancia de un orden ‘injusto de relaciones de trabajo en que le ha mantenido, no explica suficientemente aquella actitud. Hl medio eco- alémico no es por si solo el medio ambiente, (No, no es: el medio am- nte es un estado decosas ya estableiido: sefiores y vasallos) y las leyes de la imitacién, que un ticmpo divulgo y prestigio Tarde, falla por completo con Ia raza autéctona (y tenfan que fallar: ;Porque el indio, que tiene su cultura propia, ha de imitar al blanco?) Sigue: Por tantog siglos de ver y palpar como viven los blancos civilizados (ibendita civilizacién!) pudo algin contagio de usos y costumbres Hevarla a atenuar su primitivismo, Mas resulta humanamente impre- sionante el hecho de que a ningtin miembro de las comunidades in- Gigenas se le hubiese ocurrido tomar la iniciativa (y esto es admira- ble) en punto a alguna mejora en su indumentaria o de su menaje doméstico o de su vivienda, (¢¥Y con qué) Ninguno ha imaginado que padia empezar (empezar la traicién de la raza) a diferenciarse en al- go material de los demas de sus congéneres,” Y afiade: “Este copato de relativa diferenciacién hubiera significado un crecimiento de nece- sidades, y por tanto, el instintivo impulso hacia una mis razonable va- lorizacién (la sumisién total), del propio trabajo, para poder satista- cerlas”. En fin, que el intio no se entrega; que, per esto, el indio, en su esclavitud, es libre! Es una verdadera raza, indiscutible, que en <1 porvenir, jquien sabe lo que puede aun dar! e 13 Leccién 3.0 — Se fija aqui una orien- tacién UNICA para el arte de Amértc: teniendo en cuenta las Gltimas ctaj evolutivas del arte europeo. Todos los pueblos de! viejo mundo son hijos de tradiciones locales que les pertenecen y, ademés, estén ligados entre si por una mas vasta trfdici6n que casi puede equipararse a la’ de la humanidad. Pero nosotros, los rioplatenses, en cuanto a tradicién local o propia, por 10 corta que es, no vale ni Siquiera mencionarla. Usos y costumbres, folklore... antes quo recordarlo debiera olvidarse. Este es mi criterio. Y por esto, refiriéndome al caso, he dicho muchas veces que estibamos faltos de tradicion. sto es cierto en cuanto a tradicién inmediata, porque, por otro lado, gno podemos contar con Ia civilizacién de nuestro Continente? Hs cierto que estamos bastante alejados del foco en que se produjo; es cierto, bien cierto que, por desgracia, hasta aqui no legé su influen- cia; pero, sea como sea si las civilizaciones aquellas Megaron hasta la puata extrema sur, aunque directamente no recibimos su influencla, quedamos, de todos modos, comprendidos en ella. Que es decir, que algin matiz debemos tener, que nos ligue mas a esto que a un ambiente, por ejemplo, europeo. Pero después volveremos sobre est? toma que no hacemos sino enunciar, Después de la rabiosa época naturalista del arte en Europa, y que preparé el advenimiento del Impresionismo con el que después siguid, viene el momento de Cézanne, (el cual ya se desentiende en parte del tema de la obra para ir derechamente en busca de valores plasticos) y luego el Cubismo, que es hijo directo de Cézanne y del arte negro, Y aqui también vemos despreciar el tema, para no cuidar mds que de la parte estructural de la obra, Y, contemporéneamente, lo que se lam €] post-impresionismo, que hizo Io mismo. ¥ asi, por esto, el valor de ia obra pasa de lo descriptive a lo plistico 0 sea a lo absoluto del valor plistico: forma, tono, ritmo. Desaparece con esto, el concepto de forma y fondo. Y en este sentido, puede decirse que este arte, aunque smperfectamente, realiza 1a unidad de 1a obra: la forma es su fonde, y el fondo siempre seré Ia forma, Pero entonces advertimos que, si por ese lado ei arte plastico entra de Meno en su funcién propia y como debfa ser, y que por esto ese arte resuelve un problema jamas e séle en parte resuelto; es decir, que el arte plistico fuese sélo eso sin afiadidos, por otra, vemos que corta, casi en absoluto tanto con el hombre como con la naturaleza. Y atin, al extremarse tal tendencia con el Neoplasticismo, que repudia toda morfologia y se queda s6lo con el plano de color y la linea geométrica pura en su funcién ortogonal, ain cen esto, se llega tan a lo absoluto, que ya no queda vestigio ni de emocion ni de objeto: sélo el problema plastico poniéndose a si mismo. Por todas estas razones, tenfa que encontrarse otra solucién, la cual, sin que la obra plastica perdiese su unidad como tal, es decir, sin com- prometerse a introducir elementos extrafios a ella, motivos literarios, descriptivos, etc.; sin ese compromiso, digo, tuviese honda expresién, no sélo humana, sino total: césmica, universal. Ere {4 al problema ave nos propusimoa resolver a partir del afio ee 1929, ,Cémo fué resuelto? Si era posible hallar que, la estructura de la razon, del mundo, del hombre, y de la obra plastica, fuesen una sola y misma cosa, el problema quedaba resuelto, Si todas estas cosas, yajo apariencias diversas, fuesen una sola y misma cosa, la unidad se consegitia. Y por el estudio vino esta confirmacién. Y si ahora se trae esto a cuento, es para referirlo a otra cosa. Dentro de 10 universal no 9s posible desglosar nada, a causa de la intima relacién que todo tiene entre si, Y asi, el problema human, tiene que ser comprendido dentro de la universalidad de tal plano. Quiere decir, que el problema humano debia ser comprendido asi como log aspectos de la vida (los seres vivientes, las cosas) pero, es natural dentro de un orden universal y no particuar, Esto en primer término pero luego, sin caer en lo descriptive, es decir: haciendo que 1a forma sin dejar de ser estética pura (forma en si, valor plistico absoluto) nos diese lo universal, la vida, el hombre; y su naturaleza intima, su subje~ tivo: sus pasiones, sus luchas, etc, Y esto se halld en el orden geomé- tric0, yendo de las formas puras a las formas de la vida; y entonces, simbdlicamente, en el esquema geométrico, volyimos a encontrar ei Mundo y e} Hombre. ¥ saben emo esta forma geométrica nos permitia establecer el ritmo (la medida) y con eso la ley frontal y demas partes del problema plistico, Sin salirnos, pues, de la unidad de la obra, todo quedaba comprendido; y ademéas, sin salirnos de lo plastico absointo. Lo que es el anhelo de tantos artistas hoy en el mundo, estaba nallado. Y ahora quisiera hacer ver eémo, si esto nos aparta del problema chico de Ja pintura (a la cual no repudiamos) nos pone en cambio, dentro de ia tradicién del arte de los pueblos, Y digo de los pueblos y no del arte oficializado de las grandes épocas, Por esto, en todo momen- to de primitivismo, que es como decir en todo momento de verdadera ‘ereacion. Pues bien, si queremos echar la vista atris y considerar, ya sea a nuestra prehistoria, ya sea a la civilizacién incaica continental (pues su irradiacién fué extraordinaria) podemogs ver, que tal civilizacién, tanto en su estructura social, como religiosa y de arte, realizan exacta- mente, lo mismo que es anhelo nuestro como hombres y como artistas. Por todas estas razones, podemos decir, que nog solidarizamos (para continuarla) a esa gran civilizacién. Y, como no hemos resucito nuestro problema estudidndola, sino tratandolo por cuenta propia, si puede haber identidad en cuanto a lo esencial (y esto siempre tendré que ser asf en cualquier época siempre que el problema se lleve al plano universal) si existe esta feliz coincidencia en cuanto a su intima estruc- tura, tendra, como es natural, (por ser nosotros hombres de hoy) que ser bajo un aspecto distinto, Ya antes de entrar en el conocimiento de la estructura social y ligiosa del pueblo incaico (pues tal conocimiento, en nosotros, no se remonta més alld del tltimo verano — 1935 — digo que antes de tal conocimiento ya nuestra concepelén del Mundo y del Hombre, y también jos simbolos y figuras empleados en nuestras obras correspondian a ‘os del arte ineaico, Prodigamos la representacién solar y otros signos planetarios, y también representativos del trabajo, erigido en ley por nosotros. Y si hoy, INTI (el Sol) podemos decir que es nuestro PADRE, y nuestra MADRE, la TIERRA, no repetimoa esto nor remedo, pues 15 ésta siempre, fué nuestra creencia dentro de nuestra concepeién religiosa de Ja vida, asi como el trabajo la base de las relaciones huma- nas, por ser ley que, como las otras, nos lleva a la unidad. Ante todo esto pues,la tradicién chica, somera, de nuestro pats, cae. Cae ante la grande, potente, universal, andina. Pues bien, nuestra aspiracién seria que, nuestro arte construc- tivo fuese el arte de toda la América del Sur. Y para esto, no ha extrafiar que pida la cooperacién de todos, Debemos hacer un arte de todos; un arte casi anénimo, como en las grandes épocas. Y esto aparte de que, por otro lado, dé al arte, cada’ uno, una expresion personal, ¥ con esto pensamos ahora tocar tierra firme, base. Y el prece- dente incaico nos justifica, ~Para qué pues, ya ir mas detras de vanas soluciones del arte? Enderecemos derechamente a este, grande, noble, y humano; demos constancia, en la forma que podamos, de que el hombre de hoy pude remontarse a lag esferas de otro tiempo y pese a la concepeiéa material y estrecha de nuestro tiempo, Y no tengo gue decir, que nuestro arte no debe de tomar, ni una sola linea, ni un so- lo motivo dei arte incaico. ni de otro de América del Sur, Dado la regla, tenemos que crear con materiales propios y segin la propia inspiracion, No repitamos lo que se esté ya haciendo en ese sentido de reproducir aquel arte, por parte de muchos artistas del Continente. Leaci6n 4.2 — Aqui se trata de dar a través de diversas capas primitivas de ci- ilizacién, con el tipo arcaico delatado por restos de cerdmica con caracteristicas prehist6ricas, Tanto como nos interesa acercarnos a la gran Tradicién andina, por ser algo no sdlo de plano universal, sino, y por esta misma razén ser algo de completo en lo social y religioso, y religioso en lo univer- sal, que es tal como entendemos nosotros eso; es decir, algo debida- mente estructurado y completo; tanto, entonces, y porque nos apar- taria de ese objeto que es el solo que puede interesarnos, nog intere- sa, por otro lado, el apartarnos de nuestra tradicién chica y local en que estaé nuestra gente empefiada en permanecer, El por qué de bus. car ese apoyo, no escapard a la inteligencia de todos: ningtin arte se- rio puede estar como suspendido en el aire; necesita arraigo, tierra en que afirmarse, ambiente y aire en que crecer; breve: una realidad sin la cual serfa una pura abstraccién sin vida. Visto esto, debemos profundizar en lo n“estro; intimar con ello; conocerlo, por esto, tan completamente como nos sea posible. Tal estudio y contacto con esa lejana, pero ain viviente realidad, puede dar a nuestro arte wna fisonomia de que, quiais actualmen- te crece. Y, a nosotros mismos, una conciencia de Io que somos (y podria decir mejor, de Io que debiér*mos ser) y por esto, un aplomo y una conviccién que juzgo absolutamente necesaria, Y si esto, por un lado, nos desvincula en cierto modo de Europa, lo serd en la medida conveniente, pues, por otro lado, todos somos hijos del pre- sente y, en general, los problemas de alla son los de aqui — mutatis mutando; y atin quien sabe si con Io que aqui vamos laborando, no 16 .emos con 1a solucién de alguno de ellos (hablo de los problemas plisticos) que, en efecto, allf estén por resolver. Tales reflexiones me han conducido a decidirme a estudiar 0 que a la referida cultura incaica se refiere, sin descuidar el estudio de nuestra propia cultura local de antes de la colonizacién, Ambos estudios pues han de ocupar, por un tiempo, nuestra atencién prete. rentemente, Lo poco estudiado en ese sentido creo yo que ya ha dado algtin fruto, si es que podemos vanagloriarnos de haber legado caéi a la conviccién de que, nuestra cerdmica arcaica es prehist6rica, y que tai periodo a que corresponde, si formé parte de la cultura gene- ral de América del Sur, debié ser, sin duda, en una época pre-incai- ca y adn de muchisimos siglos atrés; y que mas bien quizds puede equipararse a la prehistoria general cronolégicamente sicndo del mismo periode (neolitico posiblemente) pensando que otras condiciones del globo permitiesen una comunicacién facil; o bien que aqui se desa- rrollase paralelamente debido a circunstancias parecidas. Nos afirma- mos mas bien en esto, tiltimo pensando que, en la América del Sur, la época del deshiele tué muy posterior a la de Europa, Porque, si por su caracterfstica, tal cerémica nos da ese indicio, pues presenta wna in- dudable identidad ga qué dudar, pues, si tenemos ante nosotros las piezas que lo justifican? Es hecho por demas palpable para recusarlo. Por mi parte y salvo ulterfores datos que puedan obtenerse, admito sin escriipulos, que la referida cerdmica nuestra es prehistérica; os decir, similar a la neolitica del centro de Espafia, para no citar otros ejem. plos, Afirmado esto y con las reservas que acabo de hacer, tratemos ahora de adentrarnos en el estudio (verdaderamente laberintico) de comareas, estaciones, y moradores de ‘nuestro suelo, Seré mejor, antes de pretender hacer una sintesis, ir recopilando datos de diverso orden; es decir, materiales con que hacerla; y asi iremos anotando, un poco al azar, cuanto nos venga a la mano. Las conclusiones ya las haremos luego. Comencemos por rehabilitar un poco a nuestros antepasados, ya que en efecto, han sido lastimosamente calumniados, Ademas hay que hacer distincién entre las diversas tribus que aqu{ habitaron. Y este estudio, es interesante para formarnos ide, por induccién, de lo que pudieron ser los primeros moradores de este suelo, y esto antes de entrar en el estudig de sus timulos, alfareria. y objetos liticos, que eS, por el momento, lo que se ha hallado de ellos, y que tanto seme- ia a lo laborado por el hombre prehistérico de todo el mundo, Si los indios que encontraron los colonizadores a su arribo a estas regiones no fueron unos barbaros como comtinmente se cree; sina que, por el contrario, como lo atestignan documentos de la época eran mas bien pacificos y hospitalarios, podemos inferir, que los de mu. chas generaciones atrés, siendo como es de presumir, de la misma raza, debieron estar adornados de idénticas cualidades. Pero me apre- suro a decir, que no vale tampoco exagerar, presentando a nuestros antecesores como espfritus que ya corresponderian a otro grado de civilizacion, Para entrar en el misterio de 10 que debié ser ol indio nuestro, (mo el hombre del cuaternaria) no tenemos més ate lag crénicas dei i ar — ilempo de 1a colonizacién, y ya sabemos, por parte de ellas, que los colonizadores, a veces, no eran sujetos muy Tecomendables. Para no caer, pues, en engafios, conviene no apartarse de los hechos y echar de lado lo que sea comentario. ¢Cémo trataron, nuestros indios a los primeros europeos que aqui arribaron? Dice un autor: “Surge espontaneo de la serena compulsa de los viejos comentadores, quienes, con rara unanimidad afirman que las primeras nayes espafiolas fueron recibidas como mensajeras de pa7, hasta el punto de que suministraron (y aqui tenemos un hecho) al hombre blanco, viveres frescos, es decir, todo su tesoro; alta avalua- cin facil de inferir, por lo diffeil de conquistar, en el medio primitivo que habitaban e] sustento diario.” Este dato, que, como el citado autor dice, surge espontaneo de la serena compulsa de los viej0s comentarios, me parece que casi basta para rehabilitar, en parte, a nuestros indios, Se trataba pues, de gen- te sencilla y hospitalaria. Y quien siga despnés\ la historia, y quiers yer el trato que a tales hombres se les dié (y 10 mismo podria decir- se de las otras regiones de toda América) podré ver con toda clari~ dad de- que lado estaba la barbarie. De cémo vivian tales hombres, es cosa que parece bien dificil de ayeriguar por faltar estudios metédicos y verdaderamente cientificos al respecto, Tenemos, pues, que aventurarnos a la hipétesis y, por otro Jado, contentarnos con exploraciones y estudios parciales. Uno de estos y que tengo a mano, trata de la cultura chand en Ja boca del Rio Negro, y nos describe el hallazgo de algunas alfare- rag realmente notables, Habla también de unos timulos hallados en ja Isla det Vizeafno (en el Dpto, de Rocha) y hace mencién de una exploracién en la boca del Yaguari, diciendo que tales timulos eran de forma eliptica, de 50 metros de didmetro por 2 de altura, y en uno de ellos se hallaron urnas funerarias de barro cocido, huesos de un nifio y un esqueleto de hombre con collares de cuentas y tres discos de co- bre, Y afiade: “No se encontré ningtin objeto de hierro ni vestigios de civilizacién europea, por lo cual debe considerarse el timulo ala- dido como perteneciente a la época pre-europea.” Pues bien, esas ur- nag parece que fueron obra de los chanaes, habitadores del contorno, por ser, segiin otros autores, su zona de influencia asi como también del litoral argentino inmediato. : Describe las urnas asi: “La de mejor construccién es de 0.35 de altura, 0.40 de didmetro maximo, y sus paredes del grueso de 0.01. Color anaranjado rojizo”. Infiere el autor, esto, que del examen de estas piezas y de fragmentos de cacharrerié, se desprende el hecho de que los chanaes eran muy fuertes alfareros por su técnica y aca- pado perfecto, Y a este propésito dice: “De 1a coccién de los cacharros no hay nada due decir y, en cuanto al modelado, es el mas habil, y Ja ornamentacién la mas artistica.” Pero za qué cerdmica se refiere este autor? No da otras indicaciones ni croquis explicativos. Sélo afia- de que, los objetos de cobre hallados en los timulos hacen sospechar que, tal cultura chané es quizé debida a la obra civilizadora de las misiones en la regién argentina; es decir que delatarfa la vinculacién de los chanaes con las tribus colindantes. va aue en éstas es frecuen- aa q te el hallazgo de los objetos de cobre, Intercambio, pues, entre los indigenas del litoral. Yo deduzco de todo esto, y por otros indicios, que la cerémica do referencia debe ser cierta cerdmica zoomorta y no los cacharros en forma de campana, posiblemente muchisimo mis antiguos y para mi prehistéricos; pues tal ceramica zoomorfa, es la caracteristica en ambas margenes del Uruguay. Las diferentes tribus, al sentir de varios autores, presentan ca- racteres muy parecidos y, sean charrias, yaros, querandies, 0 minua- uos, todos Son al parecer de la gran familia chaquefia, Y la divide asf: en lag islas del Delta superior se encontrarian concentrados los charréas y afines, caoneros y cazadores (un dato); en las del inte- rior log tupis-guaranfes, caoneros y agricultores; y los chanaes y afi- nes, que se consideran los més modernos, se habrian difundido por la costa paranaense y en algunas islag del Parané de las Palmas, para ilegar a la costa del Uruguay ya en época de la conquista formal del territorio argentino, Se trata pues, de tribus relativamente recientes. Luego, tal cerémica en parte zoomorfa, no es arciica, Parece que en esa zona mencionada dg itifluencia chand, fué hallado el antropolito que figura en nuestro Museo Arqueolégico Nacional, pero no procedente de esa tribu, por no ser tallado en piedra de esa regién, 7De dénde pues procede ese ejemplar? La ausencia casi total de material litico en los timulos se hx querido explicar por la suposicién de que el indio, al abandonar su aduar, debié Mevarse todas las piezas que le eran indispensables pa- ra su vida: puntas de flecha, punzones, boleadoras, etc., que podia evar consigo; y se supone que, al abandonar su hogar, rompia sus cacharros; y esto explica la falta total de ejemplares completos. En la Isla del Naranjo y del Vizcaino, en el Rio Negro, es 92 donde so han hallado los referides timulos; y en algunos se han ha. lado restos humanos descompuestos, y también restos de alimentos. La ceramica hallada allf y que es la mas antigua es hecha de limo finfsinio y probablemente cocida, al fuego, y ésta seria en todo caso nuestra ceramica prehistérica, Pero ,podria deducirse que, con ante- lacién al indio, existié en nuestro suelo una o varias razas quizis to- talmente distintas a 61? Del examen lingilistico y antropoldgico no pus- de deducirse una raza tinica, autéctona, sino mas bien un conjunto he. terogéneo de pueblos mas trashumantes; de ahf la falta de monumentos importantes ejemplares. Y¥ estos pueblos, mag bien parecen unificarse luego, ya que la diversidad de lenguas, poco a poco tiende a Ia guaranizacién, Dice un autor: “Ta lengua giience se habla por wna nacién del mismo nom- bre que vive errante por los canfpos y bosques que estin al oriente del Rio Uruguay y al Sur de las Misiones de los guaranies. Los indios Namados yaros, son tribu de la nacién guenoa y se cree que también lo sean las naciones de los minuanes, bohanes y charrias, los que vi- ven errantes por gran espacio entre los rios Uruguay y Parana. Loe charrias y los minuanes tienen lengua algo diferente de la que hablar las tribug de la nacién guenoa.” Y otro autor dice que en esta clasi fieacion debieran incluirse a los chanaes junto con Jos chanaes begué y los chanaes timba, habitantes, los primeros, de la extensa regién 19 Occiden‘al del delta paramaense, y los segundos dei litoral del mismo Parané. Nuestro territorio, pues, fué habitado por una nacién guenoa. Pe- ro, tal raza no seria la arcaica, seria, a més tirar, de algin siglo an- tes de mil quinientos o por alla; es decir, el imdio, No, pues, a mi entender, ¢l alfarero de los timulos de la cerémica arcaica, sino de la otra, de ia zoomorfa y de la ceramica pintada de oda la cuenca riopla- tense, muy posterior. to es cuanto mds 0 menos puede \decirse por el momento del paradero chand; la cerémica arcaica nada tendria que ver con tal tribu. Lecci6n 5.a — De nuestro concepto dg “cultura”, y tras el estudio de las di- versas corrientes en ese sentido en Sur- América, Hegamos al criterio de que la ‘inica aceptable, es Ia del aborigen pre- ineaico, por reputarla integral aunque en ineipiente desarrpllo. Como todos pueden haber observado, desde hace un tiempo, Amé- rica despierta, y despierta por causas muy profundas, y es natural que al tener lugar tal despertar, sea en diversos campos y con distintas tendencias, Y es lo que acontece, No vamos a enumerar en que sentido se han proyectado tan di- versas actividades, pues, aunque no con el detenimiento que merece tal objeto, en parte lo he tratado en anteriores estudios. Quiero pues s6lo ahora, destacar, en qué posicién quedamos después de exami- nar todo eso; cual es el criterio que al fin adoptamos para nuestra orientacién. Hicimos notar cudn dificil es operar en cualquier medio sur- americano, debido, no solo a la peculiaridad del tipo de ser social que aqui sé ha formado, sino, ademas, por el eardcter de los ambien- tes establecidos y tradicionalmente operando sobre la masa, con per- fecto dominio sobre ella; estado de cosas que no permitiré en modo alguno introducir modificaciones, sea en el campo que sea, Esto hago resaltar para, en primer término, que no se crea em presa, facil e] alterar tal ritmo en las cosas y, por otro lado, si los que operamos en tal sentido, en beneficio de una “cultura” (pues hoy no existe) tengamos de momento que fracasar. Y digo de momento, porque, juzgando que la fuerza de las ideas es incalculable, sabemos o podemos conjeturar, que al fin ha de hacer su camino. Pues bien, prevaleciendo, y como directivas para encauzar a las demas actividades, treg corrientes se destacan principalmente: una, politico-econémica y sélo con leve disfraz cultural; otra, en sentido conservador y que propiciarfa la politica del invasor: la antigua cul- tura hispanica, aqui entronizada, cone] predominio religioso y de sangre ancestrales, y que sobre esta virgen tierra se Ba aduefiado du- rante siglos; y por fin, una tercera corriente propendiente g la libe- raciOn del indio y a salvaguardar lo propio de estas tierras; pero en- tonces afianzando tal propésito, mas que en la base primitiva del abo- rigen, en una estructura social-econémica de tiro moderno, 20 Pues bien: en esto iltimo, a mi juicio, se falsea el primitivo s tema social del indio (jfijarse bien!) involucrado en su concepcién religiosa de la vida. Concepto, este, no sélo superior al matorialista de hoy sino también, ademas, infinita y noblemente mas elevado que e! seudo-religioso y de rango traido aqui de Espaiia. Sobre todo esto tengo que decir lo que pienso, y es que, wn panamericanismo, casi seria el minimo de aquello que podria hacerse para dotar a esta América de unidad y personalidad en senti- do de honda cultura, ya que mas bien, tal poiftica, atiende a consoli- dar valores de orden material, como lo quiere el criterio positivista de hoy. Es decir, en primer término, inteligencia o acuerdo entre gobiernos, y luego lo demas como pura decoracién para dar cierta no- bleza y realce a la cosa. Y, tal politica, no estarfa en desacuerdo con la otra: con la linajuda y ortodoxa de hispanoamérica. Y también es- tarfa en desacuerdo, la otra politica, de base puramente econémica, © mejor’ puramente socialista, pues a mi entender ninguna ‘de las tres tiene que ver con lo que fué base del modo de agruparse y convivir del aborigen, y que es o debiera ser lo fundamental, tratandose de llegar a una verdadera unificacién sobre base étnica, Nada do esto, a mi entender, tiene que ver ni con Ia tierra ni con las generaciones que ella sustenté, y que crearon una cultura de las mas altas. Y si 0 fuera asi, no habria para que buscar tal tradicién, como hacemos, ui para qué tratar de salvar aquellas esencias espirituales que hoy jus- tamente tanto nos faltan. Porque aunque se diera en lo justo en cuanto a organizacién colectiva (y esto seria ya mucho) atin aquel concepto césmico social del indio, descollaria sobre tales doctrinas y sin perjuicio de comprenderlas como en realidad las comprende, Pe- ro aparte de todo esto, hay una razén que es fundamental, y que por sf,sola hasta para resolver la cuestiOn. Ws ésta: de que, en pri- mer término existié aqui una cultura; y que ya que es esto lo que buscamos, no hay para que ir a buscarla lejos de aqui Y en segundo término tal cultura, se formé aqui n*tural y esponéneamen- te, que es decir de acuerdo con el medio en que nacié, O sea, que no fué importada, Porque, no puede admitirse que exista una verdadera cultura sino cuando en tal forma se produce. Voy a ampliar esta idea, Sea que, unos seres humanos, hayan cafdo del cielo, hayan salido de las hendiduras de las rocas, 0, esca- pados de cualquier sitio se hayan encontrado formando colonia en cual- quier tierra deshabitada; dado esto, al agruparse y atender a sus necesidades, al formar pueblo (y solamente en este caso) es cuando comienza wna cultura, Porque, no importa cual sea ella, tendra que formarse asi desde abajo, Tomando entonces de la naturaleza, y segtin 10 que hubiere, se configura todo: industria, domesticacién de plantas y animales, orga- nizacién de trabajo, de gobierno, y por fin arte y concepto de universv. Tal estructura social, entonces, puede tener unidad. Pero mayormente la tendré, si entonces, hombres reflexivos que asi se agruparon, tra- tan luego de penetrar lo esencial de las cosas y dan, por fin, con 1a gran ley de unidad. Pues bien: en todo o al menos en gran parte desu existencia, la gran confederacién de los antiguos pueblos del Tahuantinsuyo, cum- 21 pliéd con estas condiciones debidas a una verdadera’ y auténtica cul- tura. Cultura, si, porque ligada a la tierra y ordenada por leyes abs- tractas. Por esto, e] pueblo suramericano pre-incaico, fué un verdacde- ro pueblo, ya que en esta alta acepeién, cultura y. pueblo se identifica. ¥ tal reciedumbre tuvo, que atin hoy, la dispersa familia quechia-ai mari, guarda en lo profundo de su espiritu la fidelidad de ella, Quie. re decir, que no ha muerto. Por esto, si he hablado a veces de re- nacimiento, no ha sido usando gratuitamente tal palabra, Puede renacer tal cultura, y ya hay hombres que trabajan entusiastamente en tal sen- tido. ;Debe renacer! Pero... ya he sefialado al principio los enormes obstéculos que se tendran que vencer. Ahora bien: la trascendencia de tal renacimiento seria enorme, y mas gi se tiene en cuenta el estado actual del mundo, Porque seria 18 vuelta a lo que el hombre comprendié y hoy ha dlvidado: el descubri- miento de que las leyes del espiritu y de la naturaleza, son las mismas (tué en este sentido que Pildgoras, sin duda, hablé de una armonia universal) y que por esto, no puede haber otro equilibrio sino éste y que toda cultura quiere ser su realizacion, Sea de todo esto 10 que fuere con respecio a la cultura o civil zacion ineaica y pre-incaica, un hecho ahora se desprende de todo ese remover en esas profundidades de tales eulturas: que se ha traido ahora, modernamente y por esto otra vez al mundo desde la antigiiedad, ¢. viejo concepto edsmico, como mecanismo regulador del pensamiento y Ja actividad humana, y asi de nuevo entrando cn el orden de In natura- leva y, por esto, en una realidad universal ya olvidada de sigios. Tiene (que surgir de esto una nueva enitura; o mejor dicho: una verdndera, cultura, ya que la actual de! continente, por falta de raiz y de unidad en su coordinacién, no puede considerarsela como tal, Y con esto creo que queda bien definido lo que nosotros podemos entender por cultura y también de cémo Ia quisiéramos para estas tierras, Tenemos pues que rechazar lo que aqui de ordinario recibe indebidamente este nombre y que es: en primer término, trasplante de algo que aqui tendra que erecer artificialmente, y Inego porque junto a tantas otras cosas asf importadas, tendra que quedar como algo postizo, resultando por esto, eso que aqui solemos Hamar “nuestra cultura”, un verdadero traje de arlequin: conjunto sin unidad, desconcierto y, por esto, un veradero bazar imiternacional, feria donde se comercia con productos de importacién, ¥ 10 miis grave de esto es que, cuanto mas asi se importa, mas se cree hacer Htura. Habré perecido pues extempordneo ese toque de alarma que yo he dado en ese sentido, pero yo espero que, poco a poco, ge ira reflexio- nando y entonces se vera con toda claridad cual es nuestra situacién con respecto al problema cultural En este punto confieso que no me sé explicar la verdadera cegne- ra por parte de algunas ilustres persnalidades universitarias, como en el caso de pedir que, no ya inmigrantes ni productos de utilidad, debieran aquf traer los navios ,sino pensadores ilustres, estudiantes aventajados y ilibros, muchos libros! Sobre esto podria decirse, que no habrig incon- veniente en que aqui Megasen esos tesoros de la ciencia del mundo ¥ mbién gente capacitada que nos ilustrase en muchas cosas.., No se va, pues, contra eso, Sino contra el falso armazén de cultura que com tal beligerancfa va formindose; con tal crédito que se da a lo exético: 22 ae cl apropiarse de lo ajeno sin poner empefio en buscar y desarrollar lo propio. Y yo creo que gi al fin esto se viese y comprendiese, ello ba: via para hacer cambiar el panorama que ante sf hoy tiene el hombre que asi, engafiindose, trabaja con toda sinceridad y buena fe en lo que el cree que serfa lo mas beneficioso para su pais; y, cambiando esa visién y entoiices, deteniéndose ante otros objetos, viese algo de inédito q estudiar y explorar, y asi nos diese algo en verdad l6gico ¥ adecuado. Y como entonees, y por tal cambio de visién, se veria forzado a enfocar ias cosasen conjunto, quizas asi legase a darse cuenta de que no es trabajando pareialmente en cualquier cosa que se hace obra real y duradera, sino cuando, tal actividad aparte, responde a un concepto total, y que entonces, lo primordial, es poseer esa totalidad, Pues bien: hoy, los, que tratan de ahondar en las antiguas culturas de América casi sin darse cuenta y por la naturaleza de los estudios que deben hacer, tienén que abordar ese plano a que les teva la conside- racién de las antiguas eulturas y, al entrar en 10 intimo de esos puebles que fueron, ver que eg bien otro el concepto de mundo a que les lleva, y otra relaciéu entre sf de Jas cosas, Y en tal circunstancia, entrar tn otre ritmo qv¢ ya no'les Neve a considerar las cosas aisladamente. sino dentro de la/Armonia, y, por esto, en el plano universal que ya sera entonces el concepto clasico y que es la timica base de un verdadero equilibrio humano. Si, esto va gandndose con tales estudios y por virtud del contacto con esas grandes y primitivas culturas “(y ya no serfan grandes ni clisicas si ilo fueson primitivas) y de esto también podemos beneficiar nosotros si tratamos de ahondar en ellas, Toda estructura de pueblo, pues, que estudiemos, seguramente va a aleccionariios en ese sentido, Y yeremos también, que cuando ese pueblo ya deja de serlo para tomar otra forma politica, automaticamente des- apareceré esa armonia. Por esto, al simple “totem” de la tribu y que solo sirve para diferenciar a los diferentes grupos, va a suceder la pompa real, la stiiitudsidad de los templos; arte académico estandar- dizado y oficializado, ¥, entonces queremos fijarnos en las representa- clones que nos dardese arte, veremos escenas de crueldad, aberraciones religiosas, glorificaciénide la fuerza... Y para eso me parece oportuno controntar estos dos tipos de estructura social. Lo haremos al momento, pero antes quiero destacar un tépico que, con verdadera insistencia citan muchos autores, y sobre el cual ha habido muchas disputas: el concepto del hombre-tierr”, con el que se quiere resumir todo el sistema religioso, moral y econémico del indio. Particndo del mito dé Mamapacha (la tierra) sobre el que el primitivo funda su suscinta teogonia, quieren hacer derivar légicamente las leyes para tegirse entre si y entre los cuales estarfa la del trabajo y repar- to, Asi, tal actividad (y por esto mismo la estructura social) serfa en cierto sentido acto religioso (zy qué no lo es un primitivo?) Por esto, el sistema de reparto, tiene que ser a base de la equidad més estricta, De ahi que deduzcan, los modernos comentadores, de que en el indio de América se reprodujo lo que ya en otros pueblos tuvo lugar; es decir, un vivir en comim, en grupos mis 0 menos numerosos, forman- do asi una confederacién de pueblos, Y en la vuelta a eso, se quiere ver hoy la redencién de esos pueblos. Bsa (esis, como puede suponerse, ha sido violentamente impugnada 23 por muchos, y serfa largo hacer, ni atin somerament , historia de tan vast a y encarnizada polémica. A nosotros nos bastara hacer la confron- tacién de que hemos hablado, entre el agrupamiento que hemos llamado. pueblo y otras formas pol{tico-sociales, para saber cual de ellas esta o no en la ley de Armonia, Transcribivemos diversos textos que van a ilustrarnos sobre ese particular. “Las grandes hiciendas, desde la época colonial, forméronse por el despojo y la absorcién sistematica de los terrenos de las comunidades de ,indios" Esta otra: “El comunismo agrario inc*ico fué de este modo, sustituido en gran parte, por el régi- men feudal de latifundio, 21 que quedaron esclavizados los nativos pro- pietarios de la tierra, $610 parcialmente se mantuvo y se mantiene atin ese organismo viviente en la comunidad agraria, junto con el sistema de los efidos aldeanos. Este reconocimiento de aqellos meca- nismos econémicos por las leyes de las Indias ,acusa una medida sagaz de la politica de los monarcas espafiolés, aunque respondia a la teoria y la practica feudales. Y feudalidad y servidumbre tenfan que traer al indio la miseria; Con la miseria, su ruina fisiolégica y su indigencia moral. En el estado incaico, la propiedad comunal y el trabajo colective significaban el bienestar de todos, Era una civilizacién agraria patri#r- cal; de modo que su fuerza moral-econémica se encontraba en Ia tierr®, Reintegrandola a ésta es, pues, como alcanzaremos el resurgimiento de Ja raza indigena. El problema del indio tiene sus raices en el régimen de propiedad de la tierra. Pero véase lo que se opone a esto: “Un plan agrario racional ha de coordinarse con todos los factores de la cultura ambiente (quiere decir del civilizado de hoy) y sucede que la raza india, virtualmente inferior » histéricamente estancada (ya hemos visto quien, en todo caso tendrfa la culpa de eso) petrificada, esta en incapacidad orginica, de origen psicolégico, y de compartir esa cultura”. (¥ ya sabemos cual es 1a cultura de la América del Sur. Y afiade: “Yo dirfa que la mecénica de la servidumbre radica en el propio indio”. Y esto: “Que no basta la simple existencia: ésta debe de ser merecida”. Pues bien, si hemos de regenerar y levantar al indio, este lenguaje ya no debe ser tolerado, Como estudiaremos otro dia, veremos lo que pudo dar esa raza aborigen cuando goz6 de libertad, Con decir que a ella se debe una gran cultura y que-ésta es la cultura de América, esta dicho todo, ° E] hecho de que la agricultura americana estaba basada en las plantas americanas nativas, demuestra que la agricultura de los pueblos nativos no fué introducida del Viejo Mundo, sino que tenia un desarro- No independiente indfgena”. “La relacién estncial de las plantas cultivadas, con respecto al desenvolvimiento de la _ civilizacién de Améric®, fué establecida hace tiempo por Martius, y ha sido recono. cido por Payne y otros autores mas recientes, “Quiere decir, pues, que el desenvolvimiento agricola corre pareja con la marcha de la civiliza- cién de América. Por lo tanto, si ese desenvolvimiento de la agricultura se debié exclusivamente a} indio, a 61 se debe esa arcaica civilizacion del continente, ¥ de como la primitiva civilizacion (la pre-incaica) fué la superior, no hay duda. Véase este otro texto: “‘Atin cuando el pueblo incaico, subvertido por Pizarro, no habia estado establecido durante muchas cénturias, con toda probabilidad, diversas épocas de civiliza-~ cién pre-incaica ahora son reconocidas por los arquedlogos, fundados 24

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