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Biografía

Encuadrado en la generación del 36, grupo generacional roto por la guerra


civil y que supone una transición entre la generación del 27 y los primeros
poetas de posguerra.
Nació en 1910 en Orihuela (Alicante). Pertenecía a una familia humilde y su
primera educación fue muy rudimentaria. Tuvo una formación autodidacta.
En 1931 marchó a Madrid, pero, deecantado, pronto regreso a Orihuela.
Tres años después volvió a la capital. Esta vez consiguió entrar en los
círculos intelectuales donde conoció a Aleixandre, Lorca, Alberti, Neruda…
En 1936 se afilió al partido comunista y al año siguiente viajo a la Unión
Soviética. Al final de la guerra civil regresó a Orihuela, pero ante el peligro
que corría decidió escapar a Portugal, donde, sin embargo, fue detenido. Ya
repatriado, fue condenado a muerte. Murió de pulmonía en la prisión de
Alicante el 28 de marzo de 1942.
Primeros libros
Perito en lunas. La moda en la época era la admiración hacia Góngora, con
motivo de la celebración de su centenario. El poeta se siente atraído por el
deseo de probar fortuna en ese mundo de perfección formal y se proponer
captar la belleza como el fin último de la poesía. Supone su aportación al
intento frustrado de implantar en España una poesía pura.El resultado es
más que un ejercicio de estilo gongorino: es una creación conceptuosa y
trabajad dela realidad con metáforas que, si bien arrancan de Góngora,
tienen mucho de personales.
El rayo que no cesa (1934). Cuando regresa a Madrid en 1934 se le
reconoce la autenticidad que desprende su poesía. Durante los años de la
República se impone la poesía impura que daba rienda suelta a la pasión y
al sentimiento.
Se vuelve a hablar de poesía del corazón y Miguel Hernández participa
activamente en esta vuelta. El rayo que no cesa es un libro de pasión e
impulso: Una revolución dentro de un hueso, / un rayo soy sujeto a una
redoma.
El tema principal es el amor y sus distintos estados de ánimo: el arrebato, el
furor, la desesperación, el sufrimiento.
El silbo vulnerado, nombre de la primera versión, silbo que lanzan los que
penan de amor en su cuerpo y no solamente en su alma. El poeta coge su
pena, su dolor y su alegría y los transforma en material lírico: la pasión
amorosa, el dolor de la incomprensión, la angustiosa amenaza del
“carnívoro cuchillo” que presiente que amenaza su vida, su mundo poblado
de ansiedades y sombras trágicas, y todo expuesto sin rubor, como quien
no teme airear su intimidad. Siente una atracción especial por el tema
amoroso, incluso en su aspecto sexual, en su noble naturalidad, el choque
de los cuerpos ante el común estremecimiento de tierra y firmamento
La pasión desbordante de este poemario esta sometida a formas
estrictamente clásicas. Veintisiete de treinta poemas son sonetos, más
cercanos a Garcilaso y Lope que a Góngora.
EL amor humano se identifica con la destrucción, planteamiento idéntico al
de Aleixandre en La destrucción o el amor, libro modelo para Miguel
Hernández. Pero en El rayo que no cesa no solo hay la dimensión ontológica
del amor como destrucción incesante, hay también consideraciones de
orden sociológico. El poeta, además de amante, es un novio y el libro es
también el poemario de un noviazgo provinciano. El poeta es un amante
rebelde que desde la fuerza de su amor quiere quebrar sus reglas, pues no
se resigna a la situación convencional de novio. La fuerza natural amorosa
se opone a la moral al uso.
En el soneto Como el toro se identifica con este animal. En él simboliza su
crecerse en el castigo y su deseo amoroso constantemente burlado. Pero
también es símbolo de la existencia humana que desborda los límites
insuficientes que le han sido impuestos.
Otro famoso poema es la Elegía a Ramón Sijé, donde junto al dolor sincero
por la muerte del amigo hay momentos de excesiva retórica. En Sino
sangriento nos trasmite su personal sentido de la trágica existencia humana
junto con sus sombrías premoniciones de muerte.
Como el toro he nacido para el luto Una querencia tengo por tu acento,
y el dolor, como el toro estoy marcado una apetencia por tu compañía
por un hierro infernal en el costado y una dolencia de melancolía
por la ausencia del aire de tu viento.
y por varón en la ingle con un fruto.
Como el toro lo encuentra diminuto
Paciencia necesita mi tormento,
todo mi corazón desmesurado, urgencia de tu garza galanía,
y del rostro del beso enamorado, tu clemencia solar mi helado día,
como el toro a tu amor se lo disputo. tu asistencia la herida en que lo cuento.
Como el toro me crezco en el castigo,
la lengua en corazón tengo bañada ¡Ay querencia, dolencia y apetencia!:
y llevo al cuello un vendaval sonoro. tus sustanciales besos, mi sustento,
Como el toro te sigo y te persigo, me faltan y me muero sobre mayo.
y dejas mi deseo en una espada,
Quiero que vengas, flor, desde tu
como el toro burlado, como el toro.
ausencia,
a serenar la sien del pensamiento
que desahoga en mí su eterno rayo.
Literatura de urgencia (1935-1938)
La poesía se vuelve un arma de combate, un instrumento útil para
mantener la moral del soldado y adoctrinarlo sobre la causa por la que
lucha. Sus rasgos más destacados son los siguientes:
Su intimidas cede a la identificación solidaria para adentrarse en la causa
del pueblo.
El foco pasa del “yo” al “nosotros”.
Los contenidos temáticos se cargan de razón ideológica y presupuestos
éticos.
El poema busca una practicidad, una función de propaganda, denuncia, etc.
Destacan obras como Viento del pueblo (1937) formada por veinticinco
poemas en las que dominan los tonos épicos y elegíacos. El hombre acecha
(1939), formada por diecinueve poemas en los que se duele del odio, la
crueldad, la opresión y la muerte que acarrea la guerra.
Entre todos los muertos de elegía,
sin olvidar el eco de ninguno,
por haber resonado más en el alma mía,
la mano de mi llanto escoge uno.

Federico García
hasta ayer se llamó: polvo se llama.
Ayer tuvo un espacio bajo el día
que hoy el hoyo le da bajo la grama.

¡Tanto fue! ¡Tanto fuiste y ya no eres!


Tu agitada alegría,
que agitaba columnas y alfileres,
de tus dientes arrancas y sacudes,
y ya te pones triste, y sólo quieres
ya el paraíso de los ataúdes.

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